miércoles, 30 de julio de 2008

Mugabe, dictador







A Marcelino, que quiso sus cenizas en África, en su primer aniversario











Llevábamos demasiado tiempo contemplando, con los brazos cruzados, el deterioro político y económico de Zimbabue, la antigua Rodhesia del Sur. Solo un mínimo de tolerancia de la República Sudafricana había impedido el aislamiento internacional del dictador Robert Mugabe. Nelson Mandela, en su reciente noventa cumpleaños, condenó por fin sin paliativos a su vecino del que tuvo siempre reticencias.

Zimbabwe, país tradicionalmente conocido como el granero de África, es presa hoy de la hambruna y de la hiperinflación (80% de paro, esperanza de vida de 35 años e inflación del 1.400.000 %). La UE, que no ha podido enviar observadores a las elecciones porque el dictador lo impidió, está siendo, aunque tarde, tajante. Es triste y trágico ver cómo el ganador de la primera vuelta electoral, Morgan Tsvangirai, ha tenido que refugiarse en la embajada holandesa mientras muchos de sus partidarios eran asesinados.

Mugabe engañó, no obstante, en su día al mundo. Las negociaciones de independencia de Londres, conocidas por el nombre del Hotel -Lancaster House-, de hace treinta años, mostraron una cierta capacidad esperanzadora para el progreso en relativa paz. Yo conocí a Mugabe en La Habana, en 1979, cuando intervino ante la Cumbre de Países No Alineados, muy poco antes de ese acuerdo londinense. Su discurso de entonces era unitario. Hablaba también en nombre del Doctor Joshua Nkomo, hoy fallecido, con el que codirigía el amplio movimiento anticolonialista. Mugabe dilapidó todo aquel crédito y tomó el mal ejemplo de los dictadores de partido único, entre ellos del anfitrión de entonces, Fidel Castro, que también quiere morirse sin celebrar elecciones libres.

El Parlamento Europeo condena enérgicamente la violencia política postelectoral del déspota zimbabuense. Asimismo, en Bruselas existe grandísima preocupación por el efecto devastador sobre la población de la crisis humanitaria provocada por el mismo Mugabe. Se le pide que levante las restricciones contra las agencias de ayuda humanitaria para garantizar que la ayuda llegue de acuerdo con los principios de humanidad, neutralidad, imparcialidad e independencia. Nada de fiar el que el tirano ahora ofrezca diálogo

viernes, 25 de julio de 2008

TRAS LAS MARIPOSAS DE CO2

Ignacio Quintana Pedrós, que en el París de los sesenta era conocido como “Ramón Bulnes”, coordinó, en aquellas calendas, un libro importante de Nova Terra sobre la necesidad para trabajadores y sindicatos de una estrategia europea y aún más allá. Es imprescindible como se sigue viendo ante la deslocalización empresarial, las directivas de tiempo de trabajo o de servicios. Siempre ha habido sindicalistas de amplia mente, que se adelantaban y mantenían debate abierto con intelectuales generosos. Eso sentí hace un par de semanas con la presentación de la obra “El futuro del carbón en la política energética española”. Un acto de INFIDE y SOMA en el que Pedro Castillejo, Kindelán, Cámara, Del Olmo, Vivar, Mandi Fernández Natal, Emilio Menéndez y otros sindicalistas y/o estudiosos desgranaron cierta confianza en el sector con especial incidencia en algo que se debate aquí, en Bruselas : la captura y almacenaje de CO2.

Mientras Greenpeace se ha pronunciado preventivamente en contra de ese almacenaje y su contribución a evitar la degradación climática que daría, si nos apuramos en la Comisión y en el Parlamento europeos, dobles cuotas de emisión, el debate que coordinó Fernández Natal fue de lo más positivo, en consonancia con la publicación presentada. Estamos ante un gran reto investigador. Veo al Presidente de HUNOSA, Juan Ramón Secades, al del Instituto del Carbón, Carlos Gutiérrez, y al Consejero regional Graciano Torre, muy comprometidos en el seguimiento de un objetivo revolucionario que en las instituciones europeas se contempla con simpatía. Las inversiones van a ser ingentes pero en estos primeros pasos se impone el cambio de marco jurídico comunitario que permita la mejor experimentación. Hay prevista la promoción de doce plantas europeas que no deja de ser una primera aproximación a un potencial de trabajo que moverá actividades de gran calado. Recuerdo cómo mi amigo asturfrancés, Manuel Díaz, me dijo ya hace tiempo que las industrias que salvarían la industria europea serían las que se hicieran contra esa degradación ambiental dinamizando la economía para salir por esa vía del ciclo de crisis. Está muy bien, pues, que un sindicato y una fundación vayan marcando campo de futuro.

La reunión, además, estuvo salpicada, - Kindelán y Emilio Menéndez sobre todo- de amenas citas literarias (Goytisolo, Galeano…), siempre de agradecer por los que no estamos al día de muchos de los aburridos datos técnicos barajados.

jueves, 24 de julio de 2008

LA COMARCA VAQUEIRA ESTÁ CELEBRANDO ESTOS DÍAS EL ANIVERSARIO DE LA RECUPERACIÓN DE SU FIESTA

















DENTRO DE LOS ACTOS CONMEMORATIVOS SE HA EDITADO UN LIBRO DONDE SE INCLUYE ESTE ARTÍCULO MÍO.

Conservo un gratísimo recuerdo del Festival Vaqueiro de 1982 en el que el entusiasta Ramiro Mon me hizo “Vaqueiro de honor”. Por entonces yo era Consejero de Cultura del Primer Gobierno Autónomo del Principado y acababa de estrenar cargo. Fue una mañana luminosa, llena de sol. Ramiro nos citó en Tineo y él y algún otro, entre los que estaban el inolvidable Luis Fernández Canteli y la entrañable familia Calzadilla, me fabricaron vestimenta con montera picona y un chaleco que no correspondía a la uniformidad pero que sirvió para salir del paso. Ya en Aristébano, me hicieron subir a un caballo, mulo o lo que fuera que se portó correctamente pues iba bien sujeto por un lugareño entendido que diluyó enseguida mi inicial recelo y hasta miedo. De esa guisa salí en La Hoja del Lunes al día siguiente. Los padrinos de la boda, que era auténtica, lo que se resaltaba pues en las ediciones anteriores había sido simulada, eran Higinio Mayo y Oriente, su mujer, a los que conocía a través de su hermano, contertulio de la peña operística de “Los Puritanos”. Entre los que también, como yo, fue nominado Vaqueiro de Honor, estaba Francisco Rodríguez, Presidente de ILAS-Reny Picot al que me introdujo mi suegro, José Molín. De ese día conservo también como otro honor auténtico la amistad que desde entonces ha ido creciendo con Paco Rodríguez, el emprendedor asturiano más destacable en estos años.

La Fiesta entonces no estaba exenta de alguna polémica. Fernando Sánchez Dragó, actual conductor de informativos de Telemadrid, quiso denigrarla en su obra “Gárgoris y Hábidis. Una Historia mágica de España”, pero lejos de conseguirlo, la boda y el encuentro de Aristébano han ido a más y se han hecho cada vez más merecidamente populares. En la presentación que los Alcaldes de la Comarca Vaquiera hicieron en el Parlamento Europeo de Bruselas, en 2.006, pude apreciar el indudable interés internacional que despiertan unas celebraciones tradicionales de la mejor asturianía.

lunes, 14 de julio de 2008

Menéndez Salmón, el mundo por novela


No sé cuántos lectores de esta columna sabatina convendrán conmigo que Ricardo Menéndez Salmón es un escritor de primera. Sin duda todos los que realmente hayan leído sus novelas. Ahora, en la página central de Babelia, órgano también central de la crítica literaria, el autor de “La ofensa” viene a divagar con el fondo del dilema de Hölderlin, de Brecht y de tantos otros, “¿Para qué sirven los poetas en tiempos de penuria?”. Más que fondo es la epidermis pues lo que mueve el molino de la melancolía es que Oviedo, de Clarín para acá, es la bien novelada, que bautizó Alarcos, mientras Gijón sería apenas el paisaje de unos pintores. Todo a la larga es, no obstante, incierto ante el inevitable fracaso del arte mientras la ficción es una mentira que dice verdades y ayuda a la bonhomía.

En la literatura hay muchos topónimos, pero, como dice en alguna parte Salmón, las fronteras son imperceptibles y es la misma niebla insolente la que se apodera de los colores del mar y de los olores del campo y hasta de la ciudad. No hay en absoluto 28 kilómetros que separen Vetusta del bendito lugar donde Salmón pone con legítimo orgullo el vale y la fecha de sus obras. Al contrario, él está a la altura de la mano de mi estantería, como Luis Sepúlveda, descubierto en Oviedo y La Felguera y afincado por voluntad libérrima en La Costa de La Regenta, o Miguel Rojo, o tantos creadores gijoneses de fuste. Y escribo sus nombres con nostalgia, aquí, en Bruselas, donde las distancias estriban, y tampoco, en la lengua y en el corazón del satánico enfrentamiento de valones y flamencos. Estos ciudadanos nacionalistas con los que convivo, tan educados ellos, tan bien pensantes, tan europeos, separaron en su día la biblioteca de la Universidad de Lovaina, quedándose los francófonos con los libros registrados con tejuelo par mientras los otros reclasificaban para sí los impares. Una obra en varios tomos se consulta entera todavía con un recorrido de veinte kilómetros por medio. Eso son fronteras en un mismo país. La novelística de Salmón es, sin embargo, puro virtuoso universalismo, su peroración espero que también.

viernes, 11 de julio de 2008

En defensa de la Europa social

La directiva del tiempo de trabajo está siendo enmendada desde hace tiempo por el diputado Alejandro Cercas, extremeño, con familia en Mieres, cuna del sindicalismo español. En su primera lectura parlamentaria, trató de unificar la legislación, evitando, entre otras cosas, que en Gran Bretaña exista prácticamente la jornada laboral ilimitada (impera la costumbre, perversa, de establecer supuestas libertades individuales vía contrato) y haciendo que se reconozca el periodo de guardia, incluido el tiempo inactivo, como tiempo de trabajo. Ahora, como una pesadilla recurrente, la norma regresa al Parlamento para su segunda lectura.


Los sindicatos están movilizados en esta guerra abierta que es el ser o no ser de la Europa social. En carta de José María Fidalgo a John Monks, de la Confederación Europea de Sindicatos, el secretario de CCOO destaca que los ataques al derecho laboral europeo, al papel sindical y a la negociación colectiva suponen el peor modo de superar el “opt-out”, cláusula por la que el Reino Unido se preservaba la voluntaria aplicación de la directiva. La generalización de la excepción británica abre la puerta a esos horarios de esclavos. En nuestro país los padecen médicos de guardia, consultores, taxistas e incluso la construcción y otros sectores. La inaplicación de la norma en un país abre, a la larga, una vía para hacer del acuerdo bilateral entre empresa y trabajador individual un instrumento de regulación de las condiciones de trabajo por encima de los convenios colectivos y las inspecciones de la autoridad laboral. Se propician así excepciones al límite de 48 horas, que se elevan a 65 semanales, o incluso superiores, según se apliquen los periodos de cómputo.

Suscribo las palabras de Alejandro de que estamos ante el gran debate europeo: "si la Europa Social avanza se consolida el europeísmo, de la misma forma que crece el euro-escepticismo con iniciativas contra los derechos sociales." Sarkozy centra sus renovaciones en permitir el tiempo de trabajo que se quiera sin preocupación por la salud y la seguridad colectiva. La luz roja se ha encendido pues estamos bajo Presidencia francesa, aquí en Bruselas.

viernes, 4 de julio de 2008

Copa de Europa


La Europa del fútbol que hemos visto no coincide con la UE política. Suele ocurrir con la literatura y el arte cuando se adelantan a la realidad. Leí en “Nada sucedía como lo había imaginado”, delicioso relato de Ángeles Valdés-Bango, que el Chelsea y el Arsenal se enfrentaban en la ficción antes de la final de Champions. En la Copa de Europa como tal hubo también muchos signos premonitorios, v. g., las presencias con cierto éxito de Croacia y Turquía, mientras en lo político pican a la puerta bruselense en orden inverso a su clasificación deportiva. Ese resultado es de momento errático. Incluso para la espiral de simetrías y asimetrías hubo sanción importante para los croatas por comportamiento xenófobo. En cualquier caso, el fortísimo arraigo del nacionalismo se puso de manifiesto como sucede en la política comunitaria cotidiana.

España ha desempeñado futbolísticamente un papel más realzado del que se nos permite en el campo de juego institucional. En la Europa política y deportiva estamos al ataque, sin miedo, con algún hueco en la defensa que no impide el éxito evidente, con un zaguero que lo para todo. Se ha superado, aunque sea por los pelos de un par de penaltis, el rendimiento superior de España frente a Italia como sucede en las variables económicas y sociales. La táctica y el pundonor de nuestros jugadores han superado también a los alemanes, pero en lo económico todavía estamos lejos de la "locomotora europea". El sorteo ha evitado competir en directo con Francia, de rango socioeconómico sin duda superior pero de la que no nos separa ya el abismo de hace veinticuatro años cuando nos ganaron en una memorable final parisina. En este mundo globalizado donde los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres potencias medias como la nuestra avanzan, sin embargo, gracias a su capital humano. España, como ha dicho en estas páginas mi gran amigo el empresario Francisco Rodríguez, se encuentra frente a un fuerte endeudamiento exterior, financiero y comercial. Es el gran reto para avanzar y ganar los próximos partidos. Hay que mantener la gloria deportiva y conseguir la Copa de la Europa política y social haciendo bien los deberes económicos convergentes.

jueves, 3 de julio de 2008

Felitaciones al Presidente de Colombia Álvaro Uribe




Efusivas felicidades, gran éxito por la liberación de Ingrid Betancourt y los demás. Un paso importante contra el terrorismo.



Antonio Masip, diputado europeo y Observador de las Elecciones Colombianas.

martes, 1 de julio de 2008

En defensa de la Europa social

Dos grandes asuntos sociolaborales se perfilan en el horizonte de las elecciones europeas de 2009: la directiva del tiempo de trabajo y las interpretaciones y consecuencias de las recientes sentencias Laval (C-341/05) y Ruffert (C-346/06) del Tribunal de Justicia Europeo sobre condiciones de trabajo de los trabajadores desplazados dentro de la Unión Europea. Son temas que, sin duda, convocan al campo de batalla en el que se decidirá la supervivencia y mejora del modelo social europeo o su sustitución por el más descarnado neoliberalismo, antes llamado manchesteriano.

La directiva del tiempo de trabajo está siendo estudiada y enmendada desde hace tiempo por el diputado Alejandro Cercas, extremeño, con familia en la cuenca minera asturiana. Como ponente, en su primera lectura parlamentaria, trató de unificar la legislación laboral europea, evitando, entre otras cosas, que en Gran Bretaña exista prácticamente la jornada laboral semanal ilimitada (a través de la costumbre, perversa, de establecer supuestas libertades individuales vía contrato) y haciendo que se reconozca el periodo de guardia, incluido el tiempo inactivo, como tiempo de trabajo. Ahora, como una pesadilla recurrente, la norma regresa al Parlamento Europeo para su segunda lectura.


Los sindicatos están movilizados en esta guerra abierta que es el ser o no ser de la Europa social. En una carta de José María Fidalgo a John Monks, secretario general de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), el secretario general de CCOO destaca que los ataques al derecho laboral europeo y al papel de los sindicatos y de la negociación colectiva suponen el peor modo de superar el “opt-out”, cláusula por la que el Reino Unido preservaba para sí la voluntaria inaplicación de la directiva. La generalización a todos los países del contenido regresivo de la excepción nacional británica abre la puerta a esos horarios de esclavos que suponen general indignación. Son horarios que en nuestro país vienen padeciendo, por ejemplo los médicos de guardia, los consultores de grandes empresas, los taxistas e incluso en algunos casos en el sector de la construcción y otros. La expresa inaplicación de la norma en un país abre, a la larga, una vía de agua para hacer del acuerdo bilateral entre empresa y trabajador individual un instrumento básico de regulación de las condiciones de trabajo por encima de los convenios colectivos y de las inspecciones de la autoridad laboral. Se propician así topes, para amplias excepciones al límite general de 48 horas semanales, que se elevan a 65 horas semanales, o incluso superiores, según cómo se apliquen los periodos de cómputo.

Para Alejandro estamos ante el gran debate de la Europa social del siglo XXI al afirmar que "si la Europa Social avanza se consolida el europeísmo, de la misma forma que crece el euro-escepticismo cuando se ponen sobre la mesa iniciativas contra los derechos sociales." El Presidente Sarkozy ha alardeado durante toda su campaña electoral, y aún después, ya en el Elíseo, de permitir trabajar todo el tiempo que se quiera sin gran preocupación ni tan siquiera por los efectos que en la salud y en la seguridad colectiva pudiera suponer.

Sobre las sentencias Laval (caso de trabajadores letones desplazados en Suecia) y Ruffert (caso de trabajadores polacos desplazados en el land alemán de Baja Sajonia a los que se les aplica la normativa y los salarios del país de origen y no el de destino) el Parlamento está realizando ya un informe propio en la comisión jurídica de la cual soy miembro.

En España, el salario mínimo fijado por ley y los convenios colectivos convertidos en norma general publicada en los boletines de la provincia o comunidad autónoma, de obligado seguimiento para los no firmantes del acuerdo, hacen que las condiciones de trabajo estén mejor preservadas contra toda posible interpretación de las mencionadas sentencias del Tribunal de Luxemburgo.

Estamos ante casos que, como digo, van a polarizar las posiciones políticas en la recta final de la legislatura en el Parlamento Europeo. El Gobierno de España parece claro como clara también es, por el contrario, la tendencia neoliberal de la mayoría de los gobiernos europeos.