lunes, 18 de abril de 2005

Parlamentarios literatos

Tres compañeros de Parlamento Europeo Íñigo Méndez de Vigo, Carlos Carnero y Fernández Martín, acaban de publicar respectivamente "El rompecabezas. Así redactamos la Constitución Europea", "La Constitución Europea. Manual de instrucciones" -en colaboración con María José Martínez Iglesias y Ramón Suárez Vázquez- y "Las caras de la Pobreza".

Se trata de aportaciones de sumo interés. Las dos primeras son el testimonio de primera mano de dos convencionales, cuya lectura sigue de plena actualidad en el momento en que Francia tiene convocado su referéndum para el 29 de Mayo.

Méndez de Vigo, del PP, oriundo de Oviedo, es además ponente parlamentario con el laborista británico Richard Corbertt. Íñigo ha sido discípulo de Don Pablo Lucas Verdú, mi profesor en la Universidad de Deusto, y llegó a emocionarme cuando en una réplica a una intervención mía contra el famoso Butiglione, citó a nuestro común maestro.

Carnero, pertenece al grupo socialista y es, tenaz, infatigable, clarividente, el mayor entusiasta constitucionalista europeo con el que se puede nadie encontrar, al que dedico un apartado de mi próximo libro "Cuentos y cuervos".

Y, por último, Fernando Fernández Martín, ex-presidente de Canarias, de la antigua UCD, ha publicado lo que a primera vista son simples fotografías de viajes personales, pero que tienen en su conjunto una desgarradora visión de lo que ocurre en varios lugares del llamado tercer mundo con el que el autor está indefectiblemente comprometido.

Tres lecturas obligadas para conocer mejor lo que, aquí, en Bruselas piensan los parlamentarios españoles, y que en cuanto al PP no son reconocibles en las broncas que montan algunos todos los días desde la Carrera de San Jerónimo.

viernes, 15 de abril de 2005

SPRINT FRENTE A LA FELONIA

SPRINT FRENTE A LA FELONÍA.

Aquí en Bruselas, nos encontramos en pleno sprint en materia de perspectivas financieras. Si las decisiones se retrasan habremos salido como Carl Lewis para una maratón en la que mantendremos el ritmo de carrera.

Los esfuerzos de Asturias son transversales. El Presidente Areces defendió ayer su informe sobre las ayudas estatales ante el Comité de las Regiones y la Comisaria de la competencia. El martes y el miércoles el consejero Valledor estuvo en el Parlamento Europeo, junto a la consejera de Murcia, Immaculada García, en contactos con el Presidente Borrell y todos los grupos y en una importante reunión sobre el llamado "efecto estadístico" ante diputados de quince regiones europeas que yo mismo tuve el honor de promover y copresidir con Cristina Gutiérrez-Cortines, del PP. Reunión a la que tuvieron ocasión de asistir medio centenar de gijonesas del grupo de la Secretaría socialista de Igualdad que exhibieron emotivamente una gran bandera asturiana.

Sería una felonía que fuéramos marginados. Asturias ha sufrido una dura reconversión industrial y una adaptación terrible en la agricultura con restricciones de cuotas lecheras y de producción de vacas nodrizas, con resultado de una insuficiente renta agraria familiar y la limitación del derecho al trabajo. No es de recibo, pues, que tras haber cumplido los criterios de convergencia, abierto nuestro mercado, sacrificadas potencialidades nuestras, se recorten ahora de forma drástica derechos por mera estadística, que no corresponde a un crecimiento real.

Varios estados se están oponiendo a nuestras legítimas pretensiones pero es importante el papel del Parlamento para que no resulten traicionados los intereses de unas regiones que necesitan seguir en el llamado "objetivo 1" para la definitiva convergencia con Europa. No vale la demagógica posición de alguna diputada verde de que nos paseemos por los nuevos países para ver cómo se encuentran respecto a nosotros, pues son los ricos los que intentan no pagar sus compromisos de futuro.

Neutralicemos, aquí, en Bruselas, en sprint o maratón, la felonía que se nos estaba preparando.

lunes, 11 de abril de 2005

Bolkestein

El antiguo comisario europeo, Frits Bolkestein, es el hombre más citado en las instituciones europeas estos últimos meses a raíz de su polémica directiva.

Alguno- no sé si de sus amigos o de sus enemigos- ha declarado que lo que buscaba el político holandés desde hace tiempo era dejar una huella en la Historia. La oposición a tal directiva, a la que se ha sumado el Presidente Chirac, considera que de aprobarse se generaría un auténtico dumping social, resultado de conducir algunas empresas con las reglamentaciones de sus países de origen. Los sindicatos y otros estudiosos han advertido también que es un precedente para erosionar el sistema social europeo de prestaciones laborales adquiridas. La cuestión ha sido especialmente sensible con la convocatoria del referéndum francés que ha puesto la controversia en términos populares. Se atribuye precisamente el ascenso del "no" en el país vecino a la preocupación que genera en empresas y en grandes capas de trabajadores.

Parece que hay ahora un parón de las líneas maestras de la directiva Bolkestein. No obstante, pese a las declaraciones de los Jefes de Estado y de Gobierno reunidos en Bruselas en la cumbre ordinaria de primavera, he sido testigo de cómo en la Comisión Jurídica a la que pertenezco, el alemán demócrata-cristiano Lechner ha querido relanzarla pura y llanamente. Nos opusimos pero no es inimaginable que todo vuelva a resurgir tras los procesos electorales de Alemania y Francia, según sean sus resultados.

En esa misma comisión, un ecologista francés, llevando a sus últimas consecuencias la opción de que las empresas se rijan por la legislación de origen, ridiculizaba que entonces se permitiría que los camiones enviados al Reino Unido circulasen por la derecha y que sociedades holandesas estarían facultadas a abrir clínicas sanitarias abortivas en Irlanda y Malta, donde lo tienen prohibido expresamente.

Pronto sabremos, aquí en Bruselas, si se neutralizan definitivamente las aristas más áridas de la iniciativa de Bolkestein o si gana, como el Cid, una batalla después de su desaparición civil.

lunes, 4 de abril de 2005

¡Parad esa patente!

-Software, hardware…

Estábamos en las Consistoriales de Oviedo. Sería el año 1985- quizá el 84- la voz firme de aquel secretario irrepetible por su carácter que se llama Luis Arce Monzón hacía el obligado resumen de un pliego de condiciones para una inhabitual contratación con terminología angloamericana.

Quique Pañeda, buen concejal, nos estaba metiendo no sé si en el futuro pero al menos en la ignota modernidad.

Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la… ¡ciudad!. ¿Cómo se habría pronunciado Neil Armstrong, desde la luna, en las décadas feministas?

Veinte años después de aquella adjudicación ovetense, me encuentro en mi hardware- término ya en franco desuso- con cientos de correos electrónicos, de todos los rincones europeos, que me piden paremos el intento de varias multinacionales de patentar indiscriminadamente el software. Y es que han querido proteger y encarecer incluso el llamado doble clic y miles de variantes informáticas más.

Michel Rocard, ex-primer ministro francés, al que sigo muy de cerca desde 1967, es el “rapporteur” encargado por el Parlamento Europeo para pronunciarse sobre esa pretensión. En la Comisión Jurídica ponemos contra las cuerdas al Comisario McCreevy, cuyo país, Irlanda, que tan bien presidió la Unión Europea en 2.004, ha permitido, sin embargo, que su página web sea patrocinada por Microsoft.

Michel está brillante, liberal, favorable a los millones de usuarios que pueden verse afectados. No es un problema de respetable propiedad intelectual sino simplemente de quiénes con un papel y un lápiz, sin aportación compleja sofisticada alguna, quieren romper la libertad sacrosanta de internet y de otras redes de comunicación y de cultura.

El político socialdemócrata convence pero al rematar se lía en un problema formal. La portavoz del Partido Socialista Europeo, la austriaca María Berger, le echa un capotazo, que apoyan provisionalmente los populares, ecologistas y liberales. Se genera una sublevación del Parlamento contra los mandamases de los gobiernos. El movimiento es de tanto o mayor calado que el que hicimos contra el ya olvidado Butiglione.

De momento se paran las provocadoras patentes. El way (camino) - como le escuchamos decir tan magníficamente a Juan Coloma utilizando la canción de Sinatra- no es, sin embargo el escogido por Rocard. Diecinueve miembros de mi comisión deciden otra vía para el mismo fin. Michel apela a nuestra inteligencia y a nuestro tacto, se sale del reglamento y del guión, nos insiste en que no por una pequeña disidencia se deben perder las amistades ni el buen fin que se patrocina, pero vota a su manera. En ese momento me cupo la duda hamletiana entre el corazón y la cabeza. Hubiera deseado, como hice siempre en el Ayuntamiento, consultar la sabiduría de Arce Monzón.

Don Luis no estaba allí, aunque, por fortuna, en el Parlamento Europeo no hay disciplinas abrumadoras, lo que me permitió no abandonar en su soledad a un buen amigo francés, con tanta Historia a sus espaldas.

- Antonio, eres un sentimental; Rocard, un cabezón, me reprochó un leal colaborador que ha presenciado la esgrima del debate menor.

La cuestión importante es que las patentes se han parado de momento. Ya veremos en qué terminan…aquí…en Bruselas.