miércoles, 15 de julio de 2020

Alfonso Palacio destaca, durante una visita para lectores de LA NUEVA ESPAÑA, cómo el artista intuyó el potencial de reutilizar desperdicios


Alfonso Palacio, a la izquierda, durante la visita guiada para los lectores de LA NUEVA ESPAÑA. 
Mientras preparaba la exposición "Orlando Pelayo: exilio y memoria", Alfonso Palacio, comisario de la muestra (en colaboración con Juan Carlos Aparicio) y director del Museo de Bellas Artes de Asturias, descubrió una pieza singular del pintor gijonés, que incorpora unas hueveras. Palacio estaba convencido de que formaban parte de la corriente "Nouveau Realisme" (movimiento artístico que criticaba el consumismo y reutilizaba desperdicios en sus obras allá por 1968), pero al ver la fecha de las piezas le pareció tan curioso que decidió traerlo al Museo de Bellas Artes de Asturias e incluirlo en su exposición: eran de 1950.
La anécdota la reveló ayer el propio Alfonso Palacio durante una visita guiada a la muestra organizada por LA NUEVA ESPAÑA y el museo, y en la que participó un grupo de lectores del periódico que habían accedido previamente a una invitación a través de la edición digital. Un recorrido, el segundo de los dos impulsados por el diario, en el que Palacio analizó en detalle la vida y la obra de Orlando Pelayo.
El director del museo, que dio un apasionado discurso a los visitantes, comenzó su recorrido con los inicios de la carrera del artista, que desde joven mostró dotes artísticas. La familia del pintor, explicó Palacio, se trasladó a Monesterio, en Extremadura, y después a Albacete, donde transcurrieron su infancia y adolescencia.
A los doce años, relató Palacio, sus padres le cedieron el desván para que desarrollara su arte. Más adelante empezaría la Guerra Civil española, que influiría de forma dramática en su vida. El pintor combatió en el bando republicano, en el frente extremeño, hasta el fin de la contienda, en 1939. Junto con su padre, Pelayo se exilió en Orán, Argelia, donde pasó dos años en un campo de trabajo, al que tildaba de "campo de concentración" sin ningún pudor en sus entrevistas.
Algunos de sus cuadros están marcados por un "republicanismo", explicó Palacio, que se refleja en sus obras al mostrar los colores de la bandera de la Segunda República mucho más destacados que el resto.
La visita se detuvo también ante dos vitrinas con fotografías inéditas que vienen del museo de Albacete y que, como explicó el director del museo, "fueron encontradas en la calle, una buena mañana, por un barrendero que, con buena intuición, las llevó al museo de Albacete, donde ahora se exponen".
La exposición, destacó Palacio, se nutre fundamentalmente con las obras que Orlando Pelayo fue dando en vida a sus hermanos, quienes las han conservado cuidadosamente, constituyendo "una colección inédita". Un legado que, en la muestra, se complementa con dos documentales que muestran a Pelayo como un artista "con un dominio soberano de su oficio y en la plenitud de su carrera, hablando con una idea muy clara de la creación", concluyó Alfonso Palacio.

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