lunes, 30 de enero de 2006

Camino de Santiago

Los diputados Cristina G. Cortines, Pilar del Castillo y Antolín Sánchez Presedo nos convocaron a otros colegas para fundar un club de amigos del Camino de Santiago. Fue el pasado 18 de Enero, cerca de la catedral de Estrasburgo, por donde pasaron muchos peregrinos. La llamada se hacía al amparo de Goethe: “El camino de Santiago hizo Europa”. También acudimos Iñigo Méndez de Vigo, Galeote, Varela, Panayotopoulos, Sonik, Golik, Jalowiecki, Martens, María da Assunçao Esteves, Silva Peneda, Ilda Figueredo, Vasco Graça Moura y yo mismo. Se rememoró la gran labor realizada en el apoyo al Camino por Fraga y por el que fuera Alcalde Xerardo Esteve.

Durante el encuentro amistoso recibimos la adhesión entusiasta de Josep Borrell que a esa hora debía presidir la sesión plenaria nocturna del Parlamento. También Jaime Mayor mostró su interés.

Tras esas intervenciones, se acordó ampliar el grupo y profundizar en la vinculación de la Cámara con los orígenes europeos. Cristina G. Cortines, resaltaba los valores espirituales y vitalistas. Los acentos culturales e históricos fueron perfilados por Vasco e Iñigo. De países tan lejanos como Polonia y Grecia nos trajeron también ecos entrañables.

Por mi parte, expuse la necesidad de resaltar que el Camino se inicia en Oviedo con el Rey Alfonso II, sin olvidar la arraigada chanson medieval, que tanto influyó en Juan Pablo II: “El que visita a Santiago y no al Salvador, lo hace al vasallo y no al señor”.

Estoy seguro de que las iniciativas que surjan de este primer núcleo, serán bien recibidas en la Consejería de Cultura del Principado y en el Ayuntamiento de Oviedo, pues si hay una ciudad fundamental en el Camino, después de Santiago, es Oviedo, donde el Rey Casto inicia la Europa diplomática con el envío a Aquisgrán de una embajada ante Carlomagmo.

Dentro de dos años corresponderá celebrar la feliz idea de Tolivar Alas sobre los centenarios, entre ellos el alfonsí y el de nuestras cruces. Sería bueno que no se olvidase por la incultura, la desidia y el sectarismo, impropios de la maravillosa memoria de ese Camino al que modestamente unos diputados nos hemos adherido en la antigua aduana de la capital alsaciana.

lunes, 23 de enero de 2006

Células madre

Hace unos meses participé en un agrio debate sobre unas vacantes en el Comité Europeo de Ética. Guiseppe Gargani, presidente de la Comisión Jurídica del Parlamento Europeo, se valió de su puesto, de forma caciquil y sin debate alguno, para proponer a unos conocidos ultramontanos que fueron finalmente designados por el Presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso.

No soy ni mucho menos un experto en la materia pero el ambiente de satanización de la investigación con células madre me parecía muy sospechoso.

Los diputados Berlinguer y Locatelli han vuelto ahora a suscitar la cuestión. Los italianos están muy sensibilizados. El referéndum sobre la reproducción asistida acabó en agua de borrajas al no alcanzarse el mínimo de participación necesaria con la Iglesia católica haciendo campaña por la abstención.

La polémica sobre las células madre pretende asimilarse a la clonación pero son cosas distintas. Este tipo de investigación es un prometedor campo que podría salvar muchas vidas. Bernat Soria, Grisolía, Margarita Salas, Marcelo Palacios... son autoridades españolas que se han pronunciado. Las empresas farmacéuticas también nos hablan de acortar el periodo desde el que se crea una nueva sustancia medicinal hasta el momento en el que se aplica a los pacientes, y que ahora es de unos diez años como media.

En España la investigación con células madre consiste en el uso de células embrionarias sobrantes de la fecundación in vitro que serían de otra forma desechadas.

Los ultraconservadores, que han roto el equilibrio vigente en el Grupo Europeo de Ética, quieren ahora eliminar las ayudas comunitarias a los proyectos. Es una injerencia inadmisible en los criterios de la Ciencia. Si en unos países se admite esa fecundación no se pueden reducir las fuentes de colaboración económica europea por la zancadilla de otro estado miembro. Tampoco esa financiación ha de ser vetada desde Bruselas, pues no existen aquí, hoy por hoy, unos criterios éticos europeos.

miércoles, 18 de enero de 2006

Liberación de Aminatu Haidar

Recibimos la gratificante noticia de la liberación de la Sra. Mainatu Haidar, luchadora saharaui por los derechos humanos en el Sahara Occidental ocupado por Marruecos.

En este sentido nos felicitamos de la noticia, sin olvidar los mas de 55 presos políticos saharauis que aun cumplen injustas condenas en las cárceles marroquíes y que por tanto, una vez mas, exigimos su liberación, el fin de represión contra la población saharaui, el respeto de los derechos humanos tanto en Marruecos como en el Sahara ocupado y la puesta en marcha del proceso de paz auspiciado por las Naciones Unidas hacia la celebración de un referéndum justo, transparente y libre de coacciones que permita al pueblo saharaui ejercer su derecho a la autodeterminación.

Exigimos al gobierno de Marruecos facilitar todos los derechos civiles a la Sra. Mainatu Haidar para ejercer su total libertad como el derecho de circular, ejercer sus actividades políticas sin ningún tipo de presiones así como el derecho de tener toda documentación necesaria para viajar si así lo desea. De lo contrario no podemos considerar la noticia como liberación ni mucho menos la podemos celebrar como tal.

Declaración de la presidenta del Intergrupo del Parlamento Europeo para el Sahara Occidental,Karin Scheele
Estrasburgo, 18.1.2006

sábado, 14 de enero de 2006

¡Bienvenida, Austria!

En mi mandato de diputado europeo, llevo conocidas sucesivamente, aquí, en Bruselas, una anodina presidencia holandesa, la combativa luxemburguesa y la grandilocuente británica. Ahora el relevo semestral en el Consejo de la Unión Europea corresponde a Austria. No sabemos todavía si preferirá adoptar los valses vieneses como modelo o la ligera luminosidad de la música de Mozart, en un año en el que celebramos los 250 años de su nacimiento. Los retos son grandes: acuerdo final sobre la propuesta de perspectivas financieras, aprobadas por el Consejo de diciembre, valoración de las reformas emprendidas por Rumanía y Bulgaria para decidir si entran en la Unión o su incorporación se retrasa, avance de la posible ampliación al área de los Balcanes, cuarta cumbre entre la Unión Europea y los países de Latinoamérica y el Caribe, salida del «impasse» de la ConstituciónÉ El canciller Schüssel está muy comprometido personalmente. En clave de política interna, los aciertos u omisiones serán fundamentales en la campaña electoral del próximo octubre. En clave exterior, el líder democristiano ha de lavar la imagen tras el «aislamiento» que sufrió su país cuando el propio Schüssel se coaligó con el ultranacionalista Haider. La trama, como en las óperas de Mozart, se presenta animada. Después de las arias estelares de Tony tenor Blair, un tanto huecas las más de las veces, corresponde a una voz más discreta tomar la escena, quién sabe si como de un barítono don Giovanni se tratase, para enumerarnos al final de la función una lista de triunfos. Las voces femeninas ganan protagonismo, con una soprano en ascenso, Angela Merkel, con una buena intervención en su estreno de Bruselas, que no aspirando a ser reina de la noche, quizá se revele como Tamina, correcta y honesta, que asumirá el relevo tras la presidencia finlandesa de la segunda mitad de 2006. Entre tanto, y como aperitivo, nos gustaría que Austria tuviese un gesto con España y Asturias. ¡Canciller Schüssel!: nuestra tierra, tan europea como el Salzburgo mozartiano, tiene al igual que Murcia, Bassilicata y Algarbe un alto sentido de la dignidad frente a la intolerable discriminación. Estamos seguros que lo entiende y, en último término, nos apoyará como corresponde a una personalidad de sus calidades políticas y personales. En cualquier caso, sean bienvenido, aquí, en Bruselas.

domingo, 8 de enero de 2006

Asturias, en 20 años de Europa

Madariaga, al que tuve el honor de tratar, consideraba a Asturias la región española más europea, incluso por delante- insistía Don Salvador- de Cataluña.

A los veinte años de la integración oficial en la Unión cabe hacer una somera valoración, aunque sea sentimental.

Pienso que si el gran pensador liberal de Oxford viviera ahora se reafirmaría en una parte medular de su razonamiento: Asturias es, desde luego, de un espíritu comunitario muy superior al catalán que se ha dejado llevar más allá de su proverbial prudencia por el localismo en ocasiones irracional, que desnaturaliza la unidad y la utopía europea. Pero si ganamos a todas luces a Cataluña, habría que plantearse, no obstante, la velocidad de crucero y la apuesta paneuropea de otras regiones españolas sobre cuya adhesión continental el gran liberal apenas entró. Son los casos de Andalucía, de Extremadura, de Valencia, y aún de Canarias, considerada ésta ultra periférica por su situación geográfica y también en la descripción jurídica. En un reciente viaje a Las Palmas encontré personas que seguían al dedillo los mínimos sucedidos en todos los órganos de la Unión Europea como no he visto por aquí.

Hemos recibido fondos que han sido imprescindibles para nuestra convergencia y nuestro progreso. A cambio, Asturias ha disciplinado su economía hasta sufrir como nadie- es decir, más que nadie- para adaptarse a Europa. Es de justicia que Europa tenga un gesto definitivo con la región Además de ese gesto último que reclamo de la Gran Europa, estaría bien que los asturianos siguiéramos de cerca, muy atentos, todos los estornudos europeos que muchas veces se confunden y tergiversan utilizando fuentes impropias.

Hay el consejo médico tópico, que es siempre una disyuntiva ridícula, de que el catarro se cura con una semana de medicación o también con una semana sin medicación alguna. Por si acaso falla en Asturias, como hace la sociedad civil canaria, todos deberíamos manejar al dedillo el vademécum de las recetas europeas. Ese conocimiento social generalizado es quizá lo que nos falta para converger definitivamente por encima de las cifras que parecen favorables de las estadísticas.

Somos más europeos que hace veinte años pero, desde luego, no sé si ya “los más europeos” entre los españoles.

sábado, 7 de enero de 2006

España, 20 años

Hace veinte años entrábamos en la Unión Europea. En el Ayuntamiento ovetense lo celebramos con la izada de bandera europea, en la plaza consistorial, junto a las de España, Asturias y Oviedo. A la vez, ciudadanos vinculados a los diversos países de la Unión (el futbolista Tompson, Paco Mori, los esposos Cugnac, Fran Menéndez Mancera, Portugués, María Alcira y Paco Abad, Anita Fratarcángeli, William Swanson...) pusieron las entonces once enseñas nacionales en el resto de la balconada. Pienso que fue un acto entrañable. La bandera continental fue colocada por quien representaba el europeísmo militante: don Luis Sela Sampil. Dos décadas han pasado y don Luis ya no está con nosotros, aunque ese talante tan suyo no nos dejará mientras exista la Unión Europea. Aquella noche acompañaba a don Luis su discípulo y correligionario europeísta Mariano Abad, que sigue en la brecha con un entusiasmo admirable. Los méritos del profesor Abad han sido ahora nuevamente reconocidos por la Comisión Europea con una Cátedra Jean Monet («Chaire ad personam»), pendiente de la confirmación, que espero con el año nuevo, de la Universidad de Oviedo. «Veinte años no son nada», que diría la canción de amor, pero para España han sido pasos firmes de modernidad y progreso. Son muchas las dificultades que nos salen, sin embargo, al encuentro. Hay un euroescepticismo en expansión cada vez más virulento y una cierta falta del espíritu comunitario como se entendía hace algunos años... Ha sido una práctica común el usar a «Bruselas», confundiendo demasiado a menudo a la Comisión con el Parlamento y con el Consejo, como chivo expiatorio. La oposición frontal ha pasado a ser más beligerante, olvidando la vieja práctica del compromiso que, aunque nunca satisficiera a todo el mundo, lograba hacer funcionar la Unión. Y con la primera propuesta británica de perspectivas financieras se atentaba contra principios básicos de la cohesión, salvada casi in extremis. Ante tanto euroescepticismo, el europeísmo de Mariano Abad y de otros sigue siendo ejemplar, necesario e imprescindible.

martes, 3 de enero de 2006

Prieto, Cabezas y Oviedo

Hace cuarenta y cinco años, Valentín Masip, mi padre, Alcalde de Oviedo, se disponía a presentar en el teatro Campoamor el pregón de la Semana Santa para el que había escogido al gran escritor Juan Antonio Cabezas. Se produjo entonces un plante político proveniente del sector azul del régimen. Bajo ningún concepto se admitía un rojo que, condenado a muerte, había redimido tres lustros de presidio. Para evitar que el enfrentamiento fuera a mayores se hicieron las componendas precisas: el discurso, redactado por Cabezas, se leyó por un generoso voluntario de la Hermandad de Excautivos, Rutilio Martínez-Otero. Estaba yo en esos recuerdos cuando me dirigía, desde Estrasburgo al auditorio de Oviedo para presentar, junto a mis amigos y compañeros Alonso Puerta y Álvaro Cuesta, la voluminosa biografía de Indalecio Prieto de Octavio Cabezas (Ediciones Algaba). Necesariamente debía evocar el precedente que había tenido mi progenitor con el padre del autor, pero algo hay de fatalismo entre nosotros y fueron los cielos y los rayos de una inoportuna tormenta los que impidieron a mi avión llegar en hora. Si en aquellas remotas calendas del comienzo de los sesenta no estuvo el pregonero, a esta nueva cita generacional faltó uno de los encargados del introito. Lo lamenté mucho pues sentía, desde niño, la espina clavada en la historia de la ciudad, aunque apenas nadie lo recuerde ya, cuando casualmente acaba de fallecer uno de los más cabales promotores de aquella triste censura. Lo lamento lógicamente aún más por la importancia de Indalecio Prieto en Oviedo y la trascendencia que va a tener en la literatura política y social el trabajo encomiable de Octavio Cabezas. A Prieto le hemos realizado ya varios homenajes asturianos en los últimos años: conmemoración del centenario el 30 de abril de 1983, a presencia de Carmen García Bloise; luego fue una placa en su casa natal de la Magdalena y el bautizo de una calle en la Gascona evitando quitar el nombre a cualquier otraÉ El IDEA le dedicó una conferencia, dentro del ciclo de oradores asturianos, y la Junta General del Principado uno de los tomos de su magnífica colección de clásicos asturianos del pensamiento político. Hubo también una erudita intervención de Luis Gutiérrez, todavía inédita, en la AMSO, y el libro de Jesús García Pérez-Bances, prologado por Emilio Alarcos y editado por Gofer. La obra de Octavio Cabezas logra fijar definitivamente la biografía de Prieto, a la vez que divulga entre las nuevas generaciones la fibra de un político que es el mejor paradigma de la socialdemocracia española. El autor ha investigado nuevas fuentes y nos da un fiel reflejo de hechos y vicisitudes de los que mucho se habla pero no siempre con el fundamento, rigor y aportación de datos que ahora hace este libro, necesario en el panorama publicista español. Cuando se habla en estos pagos del pensamiento socialista de la preguerra todo suelen ser referencias a Julián Besteiro y a Fernando de los Ríos. Mi gran amigo Cándido G. Riesgo, que formuló con el llamado «espíritu del Naranco» una de las escasas aportaciones intelectuales del socialismo ovetense contemporáneo, es más deudo de lo que él mismo creía de don Inda, de su interclasismo, de su prudencia, del predominio del partido sobre el sindicato, de su jacobinismo, de la capacidad de crítica y autocríticaÉ Prietistas ovetenses que conocí eran, no obstante, Teodomiro Menéndez, Purificación Tomás, Emilio Llaneza, Isaac Ortega, CadaviecoÉ El que fuera Ministro de Hacienda, de Fomento, de la GuerraÉ es el político en que mejor se pueden encontrar las alforjas para desbrozar el presente y para enfocar el futuro. En la presentación de mi «Cuentos y cuervos» José Luis García Martín le hizo una semblanza breve, casi de pasada, como escritor de calidad. Es pena que no haya sido recogida en papel y sobre la que el conocido crítico literario volverá, espero, algún día más ampliamente. Don Inda centró el pensamiento político socialdemócrata frente a los comunistas y los republicanos liberales, aunque de la influencia de éstos tomase también aquella famosa frase de «socialista a fuer de liberal». También notable, el marcaje del campo con los nacionalistas por el carácter profundamente español de todas sus intervenciones, lo que debería de llamar la atención de algunos en esta época en que hay quien aviva cierto mugor. Otras facetas menos conocidas de Prieto, bien rescatadas por Cabezas, son la accidentalidad de las formas de gobierno, que desarrolló antaño, de manera demasiado retórica, otro buen asturiano, Melquíades Álvarez, y el espíritu prooccidental del socialismo democrático al que volvió el socialismo español con González y Zapatero tras un viaje a ninguna parte de sectores del exilio, la clandestinidad y la primera refundación. «Indalecio Prieto, socialista y español» es un libro de cabecera para quienes quieren rescatar y actualizar esa importante corriente de pensamiento y también para los que deseen conocer un jalón imprescindible de la historia de España. En cualquier caso, y además, se trata de uno de los más ilustres ovetenses de todos los tiempos, repasado vitalmente ahora por otro ovetense. Prieto y Octavio Cabezas han desarrollado fuera de su ciudad natal la mayor parte de su obra y actividad. Por eso sentí mucho no estar con ellos en su vuelta, una vez más, a Oviedo, cuando no hay ya censuras ni limitaciones vergonzantes