viernes, 29 de junio de 2018

ACERCA DE LOS 55 DESPEDIDOS DE TRUBIA


LOS 55 TRUBIECOS, CONCERTINAS LACERANTES

 

Esta primavera asombrosa da la razón a los que pensaron que los ríos fluyen hacia el mar con tanta rapidez como los hombres corren hacia el error. Del Pozo, Raúl.

Los ministros tienen la oportunidad de devolver a la vida pública española cierta dignidad y cierto temple. Del Molino, Sergio, HISPANIBUNDO.

 

Hace días estuve en el Teatro de Trubia. A través de uno de los ojos/ventanales del edificio aprecié a los pies la magnífica velocidad de la lámina del agua que me trajo también rápidos recuerdos superpuestos: Begoña Pérez, donde la sigo viendo por última vez, las concentraciones del 10 de cada mes a favor de los despedidos por supuestas razones tecnológicas, las visitas como Alcalde, y aún antes, una por inundaciones evitables aguas arriba, los yacimientos del Paleolítico, ¡oh Javier Fortea y su  extraordinario equipo arqueológico!, también los amateurs, a su manera, de Quintanal y Polifemo, el Prerrománico, Las mágicas termales de Casal y Claverol…

Pese a lo que han perorado Juan Carlos García Miranda y otros intelectuales está por clarificar el papel del Coronel Franco Mussió en el golpe de Estado del 18/19 de Julio de 1936. Siendo un hecho histórico muy importante, incluso determinante, hay otro lacerante que, por próximo, hay condiciones de disminuir: la extrema gravedad moral del sufrimiento de 55 familias maltratadas.

Nadie sensato comprende a esta empresa pública y solvente, literaturizada en Clarín, con trabajadores engañados en el paso de La Vega a Trubia y en las consecuencias sustitutorias de contrataciones externalizadas.

Parte fueron resolviendo, mal más que bien, sus situaciones personales, todos con secuelas como metafóricas concertinas, pero no cabe olvidar el conjunto.

Acabo de pasar unas horas en Deusto, mi antigua Universidad. En mi habitación del Colegio Mayor se distribuía diariamente una octavilla de los trabajadores de Bandas en Frío(Bausari) que exigía solución ¡para todos! Fue mi  acercamiento militante al mundo obrero y en su abrupta coherencia sigo.

Michel Rocard, compañero de escaño y del ictus, era llamado “soñador” por los miterandistas mayoritarios de su languideciente partido. Ahora y aquí con socialistas clarividentes en el concejo y el Estado, confío que la sensibilidad haya granado. Rocard fue político fabuloso, sin duda, por encima de sus personales limitaciones culturales. Soñador…¡realista! le reconocen ahora.

En cualquier caso, el Trubia, el Nora y el Nalón siguen fluyendo, con fidelidad a cauces impactantes…A contracorriente, flota sin ahogarse el sueño realista de justicia para 55 familias preteridas…


viernes, 22 de junio de 2018

TRIBUNA CIUDADANA DESPEDIDA DE CURSO

La asociación cultural celebra su 38.º fin de curso con un homenaje a sus socios mayores, los de más de 35 años de antigüedad

22.06.2018 | 02:15
Sentados: Cecilio Suárez, Lola Lucio, María Teresa Mayayo, Carmen Mestre, Paloma Berros y María Luisa Alonso. De pie, en primera fila, Jaime Herrero, Hermenegildo Bardio, Manuel Luis Rodríguez, Mariano Mayayo, Raquel García, María Rita Fernández, Consuelo Vallina, Ramón Rodríguez, Enrique Álvarez-Uría, José Ramón García Queipo y Antonio Masip. En la última fila, Martín Caicoya, Griselda González, Fernando Lorenzo, Alfonso Toribio, Carlos Rodríguez, Lali González, Victorina Díaz, Ana Asensio, José Luis Mediavilla y José Troteaga. 
Los socios de Tribuna Ciudadana conservan sus números originales, y Lola Lucio fue, ayer, la primera en la lista. Su carné atestigua que fue la segunda, tras el añorado Juan Benito Argüelles, en darse de alta en esta asociación cultural que ayer celebró el fin de su trigésimo octavo curso con una cena que sirvió para homenajear a sus mayores y fundadores.
Todos los años Tribuna celebra con una cena el fin del ciclo de charlas y conferencias, pero la novedad de esta edición consistió en incorporar un reconocimiento expreso a los socios con 35 años o más de antigüedad. Son unos 37 en total, aunque a la cena de ayer, celebrada en el Real Club de Tenis de Oviedo, acudieron 22 de los homenajeados.
Entre ellos había muchos nombres destacados de la cultura local y regional: el pintor Jaime Herrero, el director del RIDEA y bibliotecario de la Universidad, Ramón Rodríguez, el exeurodiputado y exalcalde de Oviedo, Antonio Masip, el periodista Carlos Rodríguez; la pintora Consuelo Vallina o el célebre agitador cultural Fernando Lorenzo. Todos ellos fueron llamados por orden y recibieron la insignia de plata de Tribuna Ciudadana.
El acto fue sencillo pero cargado de emoción. Algunos de los que faltaron mandaron también excusas y algunas palabras, como el arquitecto Javier Calzadilla o la exdiputada de IU Laura González. Por parte del Ayuntamiento de Oviedo acudió el concejal de Cultura, Roberto Sánchez Ramos, quien celebró lo que Tribuna ha supuesto "para la cultura de la ciudad" y se acordó de forma especial de dos personas: "Juan Benito Argüelles y el camarada José María Laso".
El presidente de Tribuna, Alfonso Toribio, leyó el libro escrito por Carlos Rodríguez cuando cumplieron 25 años para recordar las esencias de la asociación: "la pluralidad, el encuentro, el foro de debate?". Este libro es uno de los referentes de la historia de la asociación. El otro, la biblia de los socios, es el "De Tigres, Tribunas y Círculos", de Lola Lucio, donde describe la asociación como "una historia cultural colectiva".
El encuentro con fundadores y socios mayores tuvo algo también de relato bélico. Jaime Herrero, por ejemplo, recordaba cómo era el único "superviviente" de los allí presentes de la primera reunión previa a la constitución de Tribuna, la primera vez que se acarició la idea de la asociación. Otros daban fe, entonces, de la foto histórica en la que ya aparecían Gerardo Turiel, Ramón Rodríguez o Juan Benito en lo que fue el salón de actos de Cajastur en la plaza de la Escandalera.
Muchos se emocionaron y celebraron los años pasados. También hubo un pequeño guiño al cambio generacional, porque uno de los presentes, aunque no de los homenajeados, era el hombre de teatro Fran Díaz-Faes, que aprovechó el acto para agradecer el apoyo de los socios en su última etapa dentro de la directiva. Precisamente, Tribuna Ciudadana llegó a este fin de curso tras haber renovado recientemente los cargos directivos, de donde acababa de salir Fran Díaz-Faes.
Com

LA BALESQUIDA 2018

¿SE LLAMARÍA ANNA LA MADRE DE LA REGENTA?


           "(...)nosotras hemos perdonado tu origen,es decir el de tu desgraciada  
             madre(...)"                 
                                                  La Regenta, capítulo V



Agustín Coletes, autoridad clarinista, ha resaltado la filiación italiana materna de Ana Ozores (1). Este aspecto excita mi curiosidad deductiva: apenas nadie de la inmensa tribu de estudiosos de Leopoldo Alas y sus obras se ha apoyado para la perorata en esa innominada mujer.

En la novela, en efecto, jamás se nos revela el nombre de la modista italiana, madre de la protagonista, ANA//Anita, que fallece en el parto de su hija. 

Esa falta de nombre y apellido puede carecer de importancia pero la figura ausente es determinante en el carácter de Ana, huérfana desde el primer momento de vida.

La educación de Ana fue encargada a las hermanas del padre, don Carlos, ingeniero, militar y lector empedernido como Genaro, o Jenaro, hermano mayor de Clarín.(2) Es muy posible que don Genaro compartiese también el interés y el gusto del personaje don Carlos por la sidra asturiana que servía en la tertulia de su biblioteca.

Ozores se muestra de un liberalismo militante, que le lleva al exilio viajero y a los amores con una extranjera, que no parece sea precisamente de la conservadora ideología de sus hermanas, Águeda y Anunciación, si bien estas son, a su vez, distintas en algunos matices de la soltería para los ecos narrativos.En la educación y administración patrimonial de Ana intervendría también un aya semi inglesa, hipocritona, cuya supuesta tolerancia británica equivocó a don Carlos.

Las tías mantienen cierto desprecio a la memoria de su cuñada, la madre de Ana, a la que simultáneamente desdeña la habladuría popular vetustense como "la italiana"; para agudizar más ese menosprecio hipercrítico, incluso insinuante, se pasa de llamarla "modista" a "bailarina" (4) con el significado casquivano que tendría en las lenguas viperinas, que tanto están presentes en la novela. 

La modista, que no bailarina, es también liberal, con liberación por el trabajo de costurera que la hacía quizá ajena, y víctima, del meollo de aquella pacata sociedad, auténtico protagonista coral en el genial relato clariniano. 

La idea igualitaria de don Carlos Ozores, por más que incoherente con otras notas de su personalidad, parece compartida por su esposa. Luego, muerta ella, considerado él "republicano, ateo, masón...", "que antes que loco hubiera valido la pena que Dios se lo llevase", la estrategia generalizada a imponer en Ana es hacer olvidar a su madre, depredación cruel que alcanza de forma incidental al mismo narrador, olvidadizo del nombre, por más que la presencia de la ausencia se note en la soledad de Ana, en su insatisfacción física con un marido envejecido, pedante y apasionado no de ella sino de la caza, en su refugio de la lectura y, luego, en sus trágicos amores y desamores, que son el nudo de la trama. Don Carlos sostenía infructuosamente que de vivir su padre habría respetado su decisión de matrimoniar con enlace desigual. 

Pudiera haber habido desigualdades de fortuna y vieja nobleza pero la madre de Ana era mujer trabajadora, que viviría humildemente aunque emancipada por su esfuerzo, de lo que deduzco hoy estaría entre las pioneras, partidarias de la igualdad, liberación que, por general atribución, logra el trabajo femenino. Pese a contradicciones que el narrador expresa, el de Ozores se muestra partidario a gritos de esa emancipación igualitaria y aplaude cada vez que en París una dama le quemaba la cara con vitriolo a su amante, (5) se supone, sin que Clarín lo escriba de forma expresa, en un acto de respuesta justiciera al maltratador.

Es, en cualquier caso, el gremio de la aguja y el dedal, con pequeños encargos, el embrión en el que se iniciaron, o lucharon, algunas mujeres liberadas, modistas y modistillas, dependientas de tiendas de paños, sastras, trabajadoras de talleres y fabriquitas textiles. Muy distinto al trabajo de unas señoritas, llamadas elegantes o  bien, que asustaba todavía en el XX a amplios sectores de la nobleza, como cuentan Constanza de la Mora ("Doble esplendor") (6) y/o Zenobia Camprubí, con la tienda/comercio de ambas en la madrileña Puerta de Alcalá(7).

La innominada madre de Ana fallece en el parto. Durante el siglo XIX, y aún en el XX, un problema teológico de primer orden es la opción que asistentes y colaboradores a cualquier parto deben tomar en favor de la criatura frente si fuera preciso a la vida de la madre. La ortodoxia era clara y rotunda en este punto. Entre la madre y el niño, el médico y/o la matrona, o simplemente entendida, debe optar si fuera preciso por la muerte, o el perjuicio, de la parturienta. Es un dilema que debió estar muy presente en las enseñanzas académicas de la época, no tan remota, condicionada por los prejuicios religiosos, e incluso ultrareligiosos. Son muchas las madres que fallecían a las consecuencias del natalicio mal venido. En el romanticismo la opción fue frecuente. Es bien conocida en la Asturias Occidental la leyenda eota de la Searila (8) y con carácter universal el novelón El Cardenal, best-seller de Henri Morton Robinson, (9) donde el personaje Stephen Fermoyle y su católica familia se enfrentan al dilema desde la más pura ortodoxia dogmática.

Un gran amigo, antiguo ginecólogo, L.Y.B, me dice: "La mujer era considerada un ser inferior, una de cuyas funciones insustituibles era la reproducción y por tanto darle hijos al padre padrino era prioritario, no la vida de la pécora. Si se daba el caso de tener que escoger entre la vida de la madre y la del bebé (hoy es excepcional esa opción) se elegía al bebé, sobre todo si era varón". Otro muy distinto me señala:"Un acto en sí mismo inmoral (causar la muerte de un inocente), no podía quedar justificado por el fin bueno perseguido (salvar la vida de la madre)"

Al año de la edición del segundo tomo de La Regenta, Alas vuelve a mostrar una madre que muere en el parto. Es en "Un paraíso sin manzana" con la referencia a la fallecida por un sobreparto de dos hijos gemelos.(10)

Sin que Clarín mencione para nada si hubo posibilidad opcional alguna, Ana se salvó mientras moría su madre, con lo que se habría cumplido la ortodoxia de haber concurrido la disyuntiva. Tampoco se aclara de forma definitiva con los gemelos del relato inmediatamente posterior.

Es normal, casi consuetudinario, que la niña reciba el nombre de la madre muerta. De haber nacido en la Italia de sus orígenes ese nombre de pila bautismal sería perfectamente Anna que en la grafía española pasaría a Ana, la Santa madre de la Virgen María, con festividad hogaño en el santoral del 26 de Julio. La castropolense Searila tuvo dos hijas recibiendo su nombre, Rosa, precisamente la segunda que coincidió con la muerte de la madre.

Los traductores Italianos de La Regenta, que titulan la obra como La Presidentessa, mantuvieron siempre el nombre propio y la grafía española de Ana, o Anita, lo que no hace, por ejemplo, Flaviorosa Rossini cuando suprime la tilde en Álvaro, Víctor, Águeda, Lábaro y otros términos que en su versión pierden la grafía acentuada. Para Fermín, sin embargo, conserva la tilde como hace con los nombres propios el otro traductor, Enrico di Pastena (11).

Sea lo que fuere, Ana y Anna son palíndromos, como también su original hebreo, Hannah.


(1) Coletes, Agustín."Clarín y las lenguas modernas: el caso de La Regenta" en Actas del Simposio "Clarín, un clásico moderno". Universidad de Oviedo/Imprenta Gofer.Oviedo 2001.
(2)Juan de Lillo, pariente por afinidad matrimonial de don Genaro, ha escrito un interesantísimo artículo (La Nueva España/28/8/2011) sobre la vinculación de esta gran personalidad a Salinas, donde fue anfitrión de sus hermanos y del llamado Grupo de Oviedo, gloria de nuestra Universidad. Su biografía y publicaciones en Constantino Suárez,Españolito,Tomo I(pags 102-108).Madrid 1936. De especial interés la obra de Andrés Osoro Hernández, "Genaro Alas, militar, ingeniero y periodista",prólogo de Ivan Lissorgues.KRK Ediciones.Oviedo.2006.
(3) Alas, Leopoldo, La Regenta,Edicion de J.M.Martinez Cachero.Ediciones Nobel.2013
(4) op.cit,capítulo IV
(5)op.cit.,capítulo IV.
(6)De la Mora, Constanza,"Doble esplendor", prólogo de Eleanor Roosevelt.Ed. Atlante, México, 1944. 
(7)Camprubí, Zenobia, Diario,Tomo I, pag.42.Alianza Editorial/La Editorial,Universidad de  Puerto Rico.Edición de Graciela Palau de Nemes.2006.(8)Cancio Donlebún, Javier. Conferencia inédita "Antonio Cuervo Castrillón: realidad y leyenda en la Searila"Casa de cultura de Vegadeo. 3/8/2017.En otras publicaciones se mantiene la leyenda de una exclusiva hija; ver así Mediavilla, José Luis,"Viejo romance en la ría del Eo".Prólogo de Víctor Alperi. HiFer.2012
(9)Robinson, Henry Morton, El Cardenal.GUILLERMO KRAFT, BUENOS AIRES.1959
(10)Alas, Leopoldo,"Un paraíso sin manzana", capítulo (sexto) de Clarín en la novela colectiva "Las vírgenes locas"(novela improvisada)E.Rubiños, impresor//F.Bueno y Compañía.Editores.1886.
(11)La presidentessa / 
 -- traduzione di Flaviarosa Nicoletti Rossini:
      -Unione Tipografico Editrice Torinese.1960
      -Giulio Einaudi/Stamperia Artistica Nazionale.1989
-- traduzione Enrico di Pastena:
    -La Biblioteca Di Repubblica.Roma 2.004.

TORTUGAS BILBAÍNAS


TORTUGAS RESPETADAS
A Valentín, que me condujo a  un entrañable regreso al futuro.
A Joana, José Luis, María e Iñaki, que iluminaron un  anillo del túnel que sigo transitando.


En la infancia estival, mis mentores imponían reposo no buscando lógica digestión sino para no perturbar a los mayores la ritual hora de comida. Un hecho neutralizó mi íntima indignación convirtiéndola en enigma: descubrir por qué siempre una tortuga traspasaba el jardín siempre en la misma dirección y ritmo, naturalmente lento. El reposo conllevaba la disciplina añadida de inmovilidad en hamacas que impedía el seguimiento a la metódica tortuguita. ”Elogio de la lentitud” escribió aquí J.C. Laviana.
Jamás pude resolver su destino.
Para evitar llantinas, un entrañable pariente catalán, carlistón silente como tantos hoy  independentistas de antiguo corazón fuerista, quiso convencernos a la gente menuda, terminología castiza de la época, que unos patos, cuidados por nosotros y huidos al mar, volverían pues conocían el camino: “¡avisarán con graznidos que no producen eco!”. Años después, Gilbert, familiar francés, y su hija llegaron seguidos por dos patitos de un estanque cercano, que regentaba la familia de los futbolistas Castro y Quini. Nos pasmaron con la duda, pese la fábula de Andersen del patito feo, de si serían descendientes de los que prefirieron el agua marina. Aquellos otros patos recién nacidos imitaban la andadura de dos humanos. En el nóbel etólogo  Lorenz Konrard, al que me introdujeron mi hermana Maricarmen y Pepe Armas, que tanto estimo, ese curioso seguimiento se llama “impronta”, imprinting.  
Acabo de contemplar un par de tortugas con espléndidos cubos espaldares, no sé si naturales o artesanales, que en el Guggenheim se mueven en vitrinas de un tal Huang Yong. La exótica concha/caparazón parecía maqueta a escala con calles alineadas y edificios igualados en altura y volumen. En Nueva York los manifestantes evitaron que los artistas orientales mostraran tres obras vivientes, dos de las cuales, una supongo las tortugas esclavizadas, pude ver en Bilbao. La otra, saltamontes y lagartos. Del catálogo faltaban solamente unos cerdos de piel repintada copulando.
J.Ballina me introduce a su vez en el escritor Philippe K.Dick que refiere una tortuga de 200 años, ya ciega, con trato protocolario especial en Tonga (Polinesia).

A la vera del Nervión hubo protestas, que encabezaron enrabietados antitaurinos y émulos liberadores de las focas de B.Bardot, contra el sufrimiento de seres cautivos pero no me hubiera importado que me regalasen una de las tortugas presas. Ya no tengo posibilidad de soltarla en los Tamarindos del Espartal/Salinas, apenas celdilla del recuerdo, pero quizá en el mundo tortuguil haya comunicación telepática y/o memoria de la estirpe, dados su añosa vida y singular sabio comportamiento. Me comprometería, llegado el caso, a que, en la Atalaya de Figueras, con la alta supervisión de mis nietos, hubiera más variado espacio para reptar que en el lujoso encierro vizcaíno. Mis infantes estarían encantados de semejante adopción sin jaula vítrea ni curiosos impertinentes de mi apestosa calaña visita museos.
Habitante en juventud que fui, equidistante en Deusto, de los Bilbao de Indalecio Prieto/Meabe/Rubial e Iñaki Azcuna, me conmueven las nuevas construcciones a cuyo equipamiento mobiliario contribuye ahora con sus acentos Patri Urquiola.
Todo supersónicos diseños y pasos; los de tortuga, apenas en el Guggenheim, de F.O.Ghery/César Caicoya, encima del gran Richard Serra....

domingo, 17 de junio de 2018

SUPLEMENTO SIGLO XXI SOBRE 500 AÑOS DE LOS DOMINICOS EN OVIEDO

Antonio Masip recuerda con cariño su paso por el colegio: "El miedo escénico me lo quitaron los Dominicos, haciendo teatro. También aprendí los secretos de la declamación en público, que me ha valido para la profesión de abogado y, también, para participar en las asambleas universitarias. Pero además me inculcaron el amor por la literatura, sobre todo a través del magisterio de profesores como el padre Inciarte, que me descubrió 'En busca del tiempo perdido', o el padre Jesús Álvarez, con quien me aprendí de memoria 'Platero y yo'. Aún hoy, mi enfermedad sigue siendo la literatura".

viernes, 15 de junio de 2018

DALIA




La mitad de la belleza del mundo está en los ojos que la miran
García Martín, J.L., Enigmas con jardín.
A este jardín//no podrás volver más”.
Duque Amusco, A., Sequedad




Ahondando en mi infancia tengo a las dalias como flores preciadas y esperadas. 

Mi abuelo se esforzaba en que poblaran el ala sur de su jardín de Salinas. Llegarían en agosto, tras hortensias y geranios.

Había que confiar en su mágico brote, resguardarlas de la depredadora marina y ahuyentar restricciones de regadío. Agravaba riesgo de fracaso la supuesta prohibición laboral del Génesis sobre el descansado y enigmático séptimo día, contaminante en aquellas calendas de otros dos, uno conmemoración de alzada golpista, otro de compostelano guardar, festivos de Julio, mes en honor nominal de un genocida pagano, Cayo Julio Cesar, tan ambivalente. Se ayudaban aquellas dalias, sujetos sus pescuezos a estaca firme. Crecían en pétalos largos, tonalidades planas y diverso colorido, aunque mi magín no las retiene verdes. El Thyssen nos acaba de descubrir el impresionista Caillebotte, que debatía con su íntimo Monet de mixturas pictóricas y dalias, especialistas que eran en ambas búsquedas.

Solo he tratado a una Dalia humana y se ha ido tristemente. La conocí en París, distrito 10, cuando en 1972 visité a su padre, el pensador Ramón Álvarez Palomo, consejero que fue del Consejo Interprovincial, luego Soberano, de Asturias y León. Era niña inquieta y cultísima. En veranos posteriores, Eloína y yo, con algunos amigos, nos acercamos a Hendaye Plage donde los Álvarez Molina aproximaban a su vez la mirada a una España, ya llena de esperanzas redentoras. Reproduje, en "La sirenita y otros coletazos", la emocionante correspondencia de cómo esa familia preparaba la vuelta con acentuada preocupación por los estudios de Dalia y de su hermano.

A ese regreso definitivo asistí en la estación gijonesa de ferrocarril. Era un agosto en el que las dalias habían por primera vez desaparecido del jardín de mi querido antepasado, ya fallecido. 

Y, siguiendo la huella del tiempo, presencié la clase que José Girón invitó a Ramón en la Facultad de Humanidades. Mi amigo era heredero de sus históricos correlegionarios Mallada, Entrialgo, Martínez, Quintanilla…En ese mismo Milán, antiguo seminario y cuartel, cuya conversión universitaria tanto me enorgullece, llegaría a profesar Dalia tras una importante tesis sobre Céline , destacada aquí por Fernández-Cardo. Pese a tratarse de texto inédito me permitió utilizarlo en el II Congreso de Bibliografía Asturiana.

Supe que era un fenómeno intelectual; desde el bullicioso patio de un barrio del corazón parisino.

No habrá más Dalia ni dalias; quedan, sin embargo, en la ensoñación de mi adolescencia, blindada de momento contra la sequedad,  y en el no menor sueño utópico de aquel París post-68

jueves, 14 de junio de 2018

LA VOZ DEL TRUBIA


DE TRUBIA A TRUBIA

Estuve en el Teatro de Trubia en un acto de la Alcaldía de Wenceslao López con motivo de los tres años de mandato. Al día siguiente comenté con Paco García Mata, inolvidable ingeniero, cómo por fin se llevaba a efecto el viejo proyecto de enlace que desviaba el paso de cientos de tráficos de Química del Nalón, la antigua Fábrica de cañones y los simples vecinos. Tengo por Paco y todo un plantel de técnicos de su tiempo una admiración manifiesta aunque muchas de las ideas de entonces hayan tardado tanto en plasmarse. Es, en cualquier caso, bueno lo que bien termina. No eran en este caso ni dificultades técnicas ni presupuestarias. Solo procedimentales, jurídicas y de voluntad política. Enhorabuena, a quien corresponda.
Sentado cómodamente, junto a unos trabajadores trubiecos, me acordaba también de la primera vez que subí a aquel mismo vetusto escenario. Eran los primeros setenta. Me llevó, junto a Alfredo Prieto Valiente, Laureano, emblemático director bancario, para asesorar a varias decenas de ciudadanos que padecían unas lesivas “contribuciones especiales”, figura impositiva ya desaparecida de las Ordenanzas Municipales.
El estado del proescenio, los servicios, la electricidad y las butacas era deprimente lo que no olvidé cuando fui, pasando los años, Alcalde del Concejo.
Ahora la mayoría municipal, en la que no muchos creímos resistiría hace tres años, encara la recta final con algunos proyectos que aprecio ilusionantes. El mayor, en mi humilde criterio, el acuerdo con el Ministerio de Defensa sobre la parcela que ocupó la Fábrica de Armas de la Vega. Desde fuera, imagino que nuestros munícipes y seguidores atentos sentirán íntimamente parejos estado de ánimos a los de mi tiempo con la recuperación de la cima de El Naranco y la conversión de El Milán, en Facultad de Humanidades y parque, a cuyo personal orgullo me he referido todavía de forma reciente.
De todas formas, y aunque el protocolo de la Vega, según escucho al Alcalde, está ya muy avanzado con la Ministra Cospedal, me preocupa que no se aprovecha el impulso de la nueva titular, Margarita Robles y el equipo Sánchez, para superar de la misma una injusticia lacerante, que personalmente, ya de mi época de europarlamentario, no puedo olvidar: ¡los sufrimientos de los 55 despedidos!
Me consta que por lo menos veinte siguen penando por pura desidia de la caprichosa crueldad de unos y del encogimiento de hombros de quienes son responsables institucionalmente. Mucho me preocupa para Trubia y los que benditamente mantienen trabajo que la política empresarial siga siendo tan torpe y errática. Más si cabe cuando los retos del Brexit, en los que se bate denodadamente mi buen amigo Michel Barnier, y de las relaciones industriales, armamentísticas y comerciales de la era Trump siembran preocupantes incertidumbres en el solar europeo.
Mucho me prestará la ultimación del acuerdo con Defensa pero con la recuperación imprescindible de esa veintena larga de trabajadores que el Ministerio, el Gobierno autónomo y el Ayuntamiento no pueden asesinar laboralmente, cuando se vislumbra una balsa de salvación. ANTONIO MASIP

sábado, 9 de junio de 2018

CONFERENCIA SOBRE MI PADRE EN EL RIDEA/ASOCIACION VETUSTA,PILARES,LANCIA