domingo, 27 de diciembre de 2009

EL NARANCO DE LOMBARDERO


Veo la cresta del Naranco cada mañana que paso en Oviedo. En realidad, tengo el privilegio de estarla viendo constantemente por encima de la pantalla de mi ordenador, de mis lentes de vista cansada y, por encima también, del Campo de San Francisco. La imagen parcial que diviso no sería, sin embargo, para calificar a nuestro monte de gran paisaje, el privilegio ocular reside en todo lo que esa figura alargada me insinúa de poderosa presencia, de tótem incluso. Siento lo que decía Valentín Andrés Álvarez de los siglos que el Naranco estuvo ahí, sentado, esperando por los ovetenses. Imagino la historia que rodeó la increíble arquitectura de Liño y Santa María y, cómo no, la última guerra, descarnada, que contaron corresponsales extranjeros de la talla literaria de Mijail Kolstov para Pravda y Louis Delaprée para France Press. Los emigrantes a Cuba escogieron sitio muy poco más arriba para tratar enfermedades curando nostalgias. Ese mismo plano inclinado invadía, en el lejano París, los sueños del pintor Luis Fernández, que tanto se asocia a Picasso. A un lado, “Monte Alto” que rebautizamos como “Parque Purificación Tomás”, al otro las sendas de andarines y ciclistas.

Estos días, aún de otoño, de vez en cuándo soleados, he accedido a otro aspecto más atractivo si cabe: la desnudez de los árboles los convierte en semitransparentes permitiendo que mi mirada llegue a niveles bajos de la ladera. Aprecio así, al fondo, algunas manchas blancas, que me recuerdan que mi amigo Manolo Lombardero me hablaba de que, antaño, los lunes y martes, desde el centro de Oviedo se veían en el Naranco grandes pinceladas blancas sobre el verde intenso. Lo que hoy son edificaciones dispersas era entonces la ropa de la colada, sábanas y manteles que el servicio de restaurantes y hoteles y de las grandes casas tendía para que secara.

Al alzar la vista de nuevo, ya no es la cresta sino el Naranco mismo que, con su invasión onírica de blancura pequeña, está conmigo todas las estaciones y me sigue también a Brubru, como la llamaba Cabrera Infante, pegado no sé si a la liviana montura de las gafas o al veneno político que me corroe hasta la paradoja de paralizar mi contemplación.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bonito.No sabía que vivías ahí.Lugar precioso.Susana

Anónimo dijo...

L'amistá pue ser ciega, probablemente por eso, porque ye amistá.
Dicir que Jesús Neira ye'l mayor espertu en "hablas asturianas" ¿qué ye? ¿qué ye eso de las "hablas asturianas"? Jesús Neira, como muncho, y que tenga de ver con Asturies ye espertu na manera falar de L.lena.
Tamién ye un filólogu de los que podríemos llamar "museísticos", ello ye, amigos d'atropar coses, y poneles nunos llibros a qu'apañen el polvu que'l tiempu-yos va poner encima, que valgan, como muncho, pa qu'otros filólogos del futuru, sepan d'un tiempu que foi y qu'ellos punxieren nos llibros dempués d'ayudalu a morrer.
Naide s'alcordará de Neira nel futuru, como de tantos otros

Anónimo dijo...

Gracias por tus recuerdos.Todos los ovetenses llevamos impreso en nuestro disco duro la imagen del Naranco como montaña tutelar que desde que nacimos nos dió respaldo, amparo y paisaje. (Puede que como los de Gijón que llevan la imagen de su mar en la retina del alma). En mi caso, cuando vivía de estudiante en la meseta, Madrid, recuerdo perfectamente cómo echaba de menos la montaña amorosa que cuidaba día y noche de mi casa, de mi familia, de mis juegos. Más adelante apredí estudiando la ciencia del Feng-Shui sobre la armonía del entorno que nuestra afortunada Ciudad estaba perfectamente ubicada al quedar potegida por la 'gran Tortuga Negra´, la montaña redondeada del Naranco situada a su norte...
Estás actuando como nuestro Cronista Oficial de los sentimientos carbayones
Feliz año Nuevo.
Abrazos
José Carlos

Anónimo dijo...

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Hombre! Menos mal que alguien se acuerda del Naranco...
Mira que he peleado por Él en los tiempos de edil... ojalá nos hubieran hecho más caso.
Está muy bien el texto. Lo conservaré.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

HE LEÍDO CON PLACER TUS DOS ÚLTIMAS COLABORACIONES PERIODÍSTICAS Y ME DEJAS MARAVILLADO POR TU DISPOSICIÓN PARA EL TRABAJO. Recuerdo la poesía de Zetta, que no tengo, pero conocí al autor, amigo de mi primo Augusto González, que también por aquellos años y un poco llevados por lo que escribía Manolo Pilares publicaron poesías ambientadas o inspiradas en la mina.

Quiero aprovechas esta ocasión para desearos, a ti y a Eloína, un feliz y próspero 2010.

Manolo

Anónimo dijo...

¡Qué suerte contar con el Naranco enfrente!

Anónimo dijo...

El reportaje de Louis Delaprée sobre Oviedo está publicado en: Louis DELAPRÉE, Morir en Madrid, edición de Martin Minchom, Editorial Raíces, septiembre 2009, ISBN 978-84-86115-692. Saludos cordiales y feliz año

Anónimo dijo...

Hay otras ediciones.La de Koltov, muy buena, la de Ruedo Ibérico

Anónimo dijo...

Los mejores deseos para este año que acaba de comenzar!.
Gracias por representar a nuestra tierra en Europa, con tanta energía y
sabiduría. Preciosa la semblanza del Naranco! (y digo "semblanza"
premeditadamente)

Un fuerte abrazo

Camino