viernes, 29 de noviembre de 2019

LOS SENDEROS QUE SE BIFURCAN



“Dejo a los varios porvenires (no a todos) mi jardín de senderos que se bifurcan”. Borges, J.L.

Llevo tiempo sobrecogido por túneles que deben, o deberían, desembocar en luz. La estabilidad gubernamental, la sostenibilidad de pensiones, el crédito internacional, el déficit crónico, la precariedad laboral generalizada…Suele hacerse frase hasta la banalidad o el ensueño. Hay siempre luz al final del túnel. Del probable sencillo origen ferroviario del aforismo se va hasta complejas tácticas deportivas de pizarra, o pizarrín.

¿Cómo habrán sido los míticos JARDINES COLGANTES DE BABILONIA, sus bancales y terrazas sin colgaduras, su sed saciada del Éufrates?

Una tarde, mientras desaparecía el sol de Gloucestershire, casi el mote de un canónigo de Vetusta, adicto a aguas termales y a la enemiga de Fermín de Pas, deambulé por el coqueto jardín de Highgrove. Es la finca privada del Príncipe de Gales que visitábamos la mezcolanza de admirable empresa azulejera, comité olímpico griego y novelista candidato al Nóbel. Hube de dejar anfitrión y comitiva ante el apremio de precisar un váter para, repuesto, perderme en caminos engañosos.
En Versalles me había pasado algo así pero un impresionante reloj floral sirvió a modo de brújula orientativa, mientras que en Gloucester la cosa fue más peliaguda, incluso vergonzante. En su suelo natal de OAK Park, cerca de Chicago, comprendí por qué Hemingway apenas volviese a los fabulosos árboles que desconcertaron su infancia.

Entre la fronda de setos y robles dispuestos para el despiste de Highgrove, reconocí a Paloma Picasso, puede que en mis mismas dramáticas circunstancias, con pinturas faciales sobrecargadas que no rebelaban el trazo del genial progenitor. Incómodos ambos no tuvimos otro remedio que unir afanes en búsqueda de salida. Providencialmente topamos a Mario Vargas Llosa que, buen conocedor borgeano de los azarosos senderos que se bifurcan, tan recurrentes hogaño en el cultivado fernandezjavierismo, nos libró, oportuno, del desvalimiento itinerante. 

Mal que bien, convencionales tiempo y espacio fundidos, o intercambiados, lo decisivo era, sigue siendo en la España contemporánea, ¡salir adelante!, la luz del túnel…


1 comentario:

Anónimo dijo...

Mientras el túnel, querido Antonio, esté abierto al final... por algún lugar saldremos.D