DE COLCHONES Y COLCHONERÍAS
“Cuanto más tiempo
pasa, más me persuado de lo difícil que es convencer de que el humor(…) es
serio.” FERNANDEZ FLÓREZ,
W., Discurso de ingreso en la Academia.
“Lo cuento
por si todavía sirve para algo, para aliviar mi conciencia. Pero todos pensarán
que es un cuento”. García Martín, J.L. “Sherolck
Holmes en Venecia”.
Recuerdo autor que tuvo antaño su aquel, Wenceslao Fernández Flórez, coruñés, que, con gafas
de diablo -decía él mismo- siguió a sus coetáneos a la grada del
fútbol. Su descripción fue deliciosamente continuada muy luego en BANDO de Tierno Galván. Como al Wenceslao humorista,
predecesor de Mingote en la Real de la Lengua, seguía los usos consuetudinarios,
me pasa hasta compelerme a tragar el libro del Presidente del Gobierno.
Para Álvaro de Laiglesia “Todos
los ombligos son redondos”, mientras Gómez de la Serna prevenía esos anatómicos
agujeritos en silente invasión de colchones.
Y es que me ha impactado la desmadrada anécdota del colchón
de la escribanía presidencial, haya o no existido fuera de la ficción literaria,
que los Sánchez habrían cambiado en Moncloa y que Casado confía ¡empacado para
reponer pasado abril!
“¡Païs!...” o
“Celtiberia show” y, aún, “sainete”, hubieran respondido respectivamente
Antonio Fraguas, Lluis Carandell, o los más clásicos. Al no sustraerme a la
colchonería tertuliana, de la que salvo una magnífica “tira y afloja” de este
periódico, me recreo en esotéricos colchones, que ni son el apodo del
Atlético de Madrid por las franjas cubrecolchones de postguerra, ni escondrijo legendario
para papel moneda con vocación de distracción bancaria, tres percent pujolista o no. Un buen amigo, soldado en
la última guerra colonial, asegura que el colchón, en Sidi-Ifni, era el frío
nocturno del terreno, bombas de mano como almohada y de techumbre la réplica de
la lona del suelo. Después vinieron los anuncios de colchones cantarinos en
dibujos animados, contrapuestos a los catres. El muy querido Rafa Sariego, sit tibi terra levis, rememoraba cómo los colegiales de los Dominicos dirigíamos inocentes
inquietudes a una colchonería de la que salía una chica bellísima…había
entonces lado erótico u onírico. Cuando asistí por primera vez, ya en calendas
constitucionales, a un Congreso Federal del PSOE, me conmovió el delegado con
el que compartí autobús… ¡había vendido su colchón para pagar el viaje! Ni
decir que me angustiaba cómo dormiría aquel buen hombre tras la soflama política.
El Ángel de Olavide, otro amigo escriba, “Escriba
sagrado” titularía Mariano Arias, me
menta la tradición sainetesca de permutas o pignoraciones de colchones por
abonos para San Isidro. Unos parientes ofrecieron generosamente a mi hijo
colchón y balcón para no perder la Olimpiada-92, al ladito, carrer Balmes arriba, de donde “el boom
sudamericano” parió genial pirueta. Veneranda Manzano, la primera mujer
diputada asturiana, hoy perpetuada en el mejor Colegio de Oviedo, me recordaba
que su primera intervención política, finales del diecinueve, fue de muy niña
en la Escuela de Infiesto colocando su colchón en la ventana contra los tiros
de la policía.
Me confieso políticamente pecador sectario por haberme despreocupado
del colchón monclovita de don Mariano, cuando, militante histórico de otro
partido, otorgo valor máximo al mío, en el que cacé postura neutralizadora de secuelas
hemipléjicas. No lo cambiaría para conciliar quiméricos sueños ni para la
evasión de la estupidez por el de Rajoy ni tampoco por el sustituido en la
ficciorealidad del compañero Sánchez, que Dios guarde.
5 comentarios:
Muy bueno. Con gratisimo regusto del mejor costumbrismo hispano. Enorme Wenceslao!...
F
Dudo que el destinatario sepa nada de WENCESLAO FERNANDEZ FLOREZ.Jm
He disfrutado con tu relato del colchón monclovita. Y especialmente me he visto identificado contigo cuando escribes “otorgo valor máximo al mío al que he cazado postura para neutralizar secuelas hemipléjicas”.
Nosotros nos hemos cambiado de casa y mi mujer, ha comprado un colchón nuevo. ¡Que horror! Con lo bien que yo dormía en el anterior…! Me levanto con dolor en los riñones. Y gracias a mi hija que es médico, y al ibuprofeno, camino por el mundo.
Unamuno decía que “el hombre y la tierra que le vio nacer forman una unidad consustancial”. Yo me atrevería a parodiar al maestro diciendo que quien forma una unidad consustancial es el hombre y su colchón.H
Estupendo artículo, una vez más.
Un fuerte abrazo, querido Antonio,
A
Antonio me encantó tu artículo.M
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