En un mediodía de mi tiempo de eurodiputado, una larga
década pero el mejor sosiego político en mi demasiado extensa e intensa vida
política, me encontré en Zaventem, con una cara conocida que se confundía de
ascensor de salida por ese afán muy belga a despistar inopinadamente con
letreritos flamencos incomprensibles. Era Carlos López Otín, con el que había
compartido homenaje póstumo a otro genio insólito, Víctor Botas G.Longoria,
para mí simplemente Vitín.
Me sentí muy feliz de ayudar a CLO a salir del
laberinto, como en la última novela de Fernando Fonseca, nuestro más próximo
autor local a particular e impagable mixtura de Kafka y Borges. Todo plagado de
molestos insectos, invasores, paralizantes u obstaculizantes. Ahora, Carlos
Suárez, otro amigo, fabuloso en empatía y logros de ciencia y habilidad quirúrgica
de gran otorrino humanista, me pone al corriente de una patológica persecución
a Otín. Ignoro, desde luego, todo de la profundidad de sus afamadas
investigaciones bioquímicas pero tengo para mí, con la intuición afilada de
anciano de la tribu, que está siendo sometido a un sanedrín envidioso e
intolerante, en definitiva acientífico, único espacio ese de la Ciencia y el
Progreso en el que se mueven, indudable carisma aparte, los dos Carlos, no en
vano deudores de un santo patrono de la Medicina, que despreciaba riesgos de
contagio pestilente, seguro de sus generosos objetivos. Algo adelantó para
siempre Bertolt Brech perfilando su anti inquisitorial Galileo Galilei. EL Dr.
Suárez Nieto me insiste: “Antonio, al paso que lleva esto se va a
convertir en el caso Dreyfus de Oviedo, solo que los partidarios son una
inmensa mayoría y los detractores una minoría refugiada en las tinieblas del
anonimato, contra los que es imposible debatir”.
No puedo ya indicar la puerta ni me corresponde en medio de
salidas capciosas pero tengo que, como recuerdo, me dijeron aquella misma tarde
bruselense, en las laberínticas dependencias de la U.E., bien debería sentirme
orgulloso en mi nostálgica soledad de la lejana Asturias, para blasonar de un
científico investigador de esa calidad y reciedumbre, lo que sigue vigente y
creciendo casi veinte años pasados.
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3 comentarios:
Terrible, el deporte patrio es abatir al que despunta y ensalzar la mediocridad. En fin, así nos va. Espero que este asunto pase pronto, Otín no merece esta persecución Jc
Estupendo y oportuno artículo q hace justicia a un gran investigador. F
Muy bueno, Antonio, y justo. Yo estoy indignada con este tema y el calvario que están haciendo pasar a López Otín, uno, sino es el más grande investigador que tiene hoy día nuestra universidad tan madrastra con los suyos. Y pensar que está INFAMIA salió de ahí de sus mismos despachos!!!C
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