POR UN OVIEDO SIN
AGUJEROS BLANCOS EN EL MAPA
José Ramón Tolivar Faes, uno de los mejores ovetenses de
todos los tiempos, que se había mojado previamente alabando mi tolerancia
política, me hizo, queriendo o sin querer, el enorme favor del subidón que me
supuso su felicitación por la conversión de un cuartel, sublevado el 19 de
Julio, en Facultad de Humanidades. Es lo que ahora, a mi vez, desearía
homenajear, incluso multiplicado por tres o cuatro, a quien proceda por conseguir
definitivamente la conversión aún tardía de dos grandes espacios ciudadanos: El
antiguo Hospital/Residencia Sanitaria/Instituto de Silicosis y la Fábrica de la
Vega.
¡Ojo!:es muy importante el martillo de “Santa Ana”, la Calle
Canóniga, para el Museo de la Ciudad, que tanto y tan bien defiende Ignacio
Quintana Pedrós, pero, siendo un problema de indecisión crónica, no es
comparable con la magnitud de la desidia, confío que superada ya, por los
agujeros, calvas, espacios esfumados en blanco, o como se los quiera denominar,
que son un absurdo histórico en nuestro mapa urbano.
No me entra en la cabeza que desde el primer momento que
fueron irreversibles la mutación al nuevo y flamante HUCA y el traslado de la
actividad armera a Trubia, no haya surgido seriamente una masa crítica ovetensista,
más allá de la loable asociación vecinal, y/o la clarividencia política a
cualquier otro nivel de la Administración capaces, cada cuál en su función, de
dar, sin traumas, de inmediato las debidas alternativas.
Sin traumas, insisto, porque la decisión
traslativa ya ha hecho víctimas irreparables en 55 trabajadores, receptores de
una inmerecida crueldad inolvidable, y en los amplios tejidos que unían el
Hospital y la Factoría su ciudad y sus servicios.
Antes de Universidad y zona de maya verde y construida de
altura media y asumible, el Milán fue Regimiento y Seminario Metropolitano de
una diócesis de más raíces litúrgicas y de mayores linderos geográficos.
El Hospital, a su vez, era una aspiración muy sentida. Como
muchas obras, en nuestro maltratado suelo, se fue eternizando hasta la irrisión
de ripios populares de éxito. Antes estuvo en la actual Avenida de Galicia,
frente a PINTOR LUIS FERNANDEZ, y
también en lo que fue Hospital Militar en la calle Palmira Villa.
El vacío y el despoblamiento de grandes espacios, casi
simultáneos, son grandes yerros históricos, seguramente con culpas compartidas
en niveles y tiempos diversos, que exige no mirar para otro lado en la hora
presente.
En fin…
3 comentarios:
Querido Antonio. Estoy leyéndote en la cafetería de la casa de Tartiere en la calle Uría, desde cuya altura recuerdo tantas cosas ovetenses. Por carga, que no privilegio, de edad, seguramente puedo evocar más que tú, aunque sin duda peor.
He pensado mucho en el porvenir de la Fábrica, desde bastante antes de su cierre. Creo que, ante todo, debe ser nuestro segundo parque de San Francisco y el resto lo que se estime mejor.
Por cierto veo que los distintos locutores vienen pronunciando la e final de Tartiere, lo que supongo te sonará tan mal como a mi.
Apoyo plenamente lo del Museo de la Ciudad, pero creo que hace falta que te intereses por adquirir la casa de Alejandro Mon para convertirla en el museo de los economistas y hacendistas asturianos.
Un afectuoso saludo a Eloína y un abrazo
PS. Me viene a la cabeza un gol de Cholo Dindurra, el mejor que tengo en la memoria, en Buenavista, tal día como hoy, cuando yo aún era un niño y tú tal vez no habías nacido
Piensa en las aportaciones al nuevo programa electoral de tu partido que va a repetir alcaldía.I
Que razón tienes.
B
Publicar un comentario