Este verano La
Nueva España dio que las últimas inquilinas abandonaron CASAS DEL CUITO,
edificio característico del modernismo. Se abre la readaptación, espero que
cuidadosa, del inmueble, levantado por Cuito,
indiano que debió arruinarse. Solíamos
utilizar el supuesto apelativo castellanizado del promotor. Lo describen Mari
Cruz Morales, Sergio Tomé, Juan de Lillo y Serafín Rodríguez. La
importantísima Guía Total de Polledo/Claverol insiste en el bable Cuitu. El edificio llega hasta nosotros
con su soberbia fachada y su compleja distribución interior, también con la
amputación de cúpulas, debida a la guerra, y de carboneras y terraza,
propiciadas por el Alcalde Beltrán Rojo. Palmira Villa aporta referencias sabrosas
del itinerario administrativo.
Pepe
Monteserín, en sus magníficos billetes, reclama placa a Juan Benet, el inquilino
más famoso. Antes, ya me confundí yo adelantando semejante propuesta,
pues Benet, ingeniero y escritor, no habitó Casas del Cuito. El autor de “Volverás
a Región” recibió en Oviedo a Martín Santos, que le leería “Tiempo de
Silencio”, de tanta repercusión en la narrativa. Buenas páginas sobre Benet/Oviedo
en Lola Lucio, en la tesis de Francisco
García Pérez, en Pedro Pablo Alonso para este periódico y en hitos
autobiográficos del novelista. Benet fue habitual de ANTICUARIA/Valdés en el
Campillín.
Mi error en
prensa, libros y mociones, indujo probablemente al de Pepe pues, insisto, Juan
Benet no vivió, durante sus tres años ovetenses, las emblemáticas casas. Alguno
considera integrante del bloque al antiguo número 25, hoy 31, en que habitaron
Inocencio Beares, de la ayalinorteguiana Agrupación
al Servicio de la República,
y Sabino Álvarez Gendín, rector y magistrado.
Tal publiqué a
invitación de VETUSTA/PILARES/LANCIA, en Casas del Cuito nació Valentín Masip Acevedo, y
habitaron sus padres, hermanos, abuelo materno, tíos y primos Matanzo Acevedo y
Barthe Acevedo, incluso mi madre muy niña y su hermana, la pintora Lelé Hidalgo.
Allí falleció
mi bisabuelo, Valentín Acevedo Calleja, en 1931, tras votar la República. Se
había movilizado contra los suyos con los que convivía, en especial su yerno, mi
abuelo Rogelio Masip Pueyo, fundador del Partido Social Popular, origen de la
democracia cristiana.
Mis parientes fueron,
en definitiva, vecinos del Cuito como luego Ignacio Quintana Pedrós, antiguo
Subsecretario de Cultura, codirector de “Cuadernos de Ruedo Ibérico”, perteneciente
a la tercera generación, que había iniciado allí su abuelo Eugenio, la cuarta
es Raúl Quintana Muñoz, autor de un excelente trabajo sobre García Hortelano
para la Universidad de Columbia, dirigido por Sobejano; la familia Bascarán
Asúnsolo; Paulino Prieto, que da nombre a la antigua Casa de Socorro; el
también médico Robles; Conchita, Agustín, Magdalena, Fernando y Santos, Santitos, Muñoz Díez, éste último
Medalla de Oro de Oviedo; el Procurador Valentín Herrero; las León; los G. Argüelles,
sobrinos del rector asesinado en 1937; el
abogado Alfredo Suárez, redactor de la fusión del Deportivo y el Stadium en el
Real Oviedo, abuelo del escritor Carlos Rodríguez, autor de un libro sobre el
Hotel Principado, otro icono vetustense; en la guerra hubo un puesto de auxilio
de heridos que después fue Radio Turyc de Joaquín González, gran
aficionado a la Ópera y la Acuarela, antiguo militar republicano y Presidente
local de la Cruz Roja, al que dedico un capítulo de “La sirenita y otros
coletazos”; la familia JAUJA, que de
conocerla habría merecido la atención de Lorca, Gabo y otros descriptores de extravagancias; GRÁFICA INDUSTRIAL, al
frente de la que estaban descendientes de un Rodrigo Diez de Vivar,
siglos después del protagonismo de semejante legendario nombre en el inmenso primer
poema castellano; Laboratorios ASPOL; el Dr. Crespo que, en rasgo de inopinada ira
cachazuda, levantó la moqueta del portal contra la que había tropezado su mujer
y la tiró al tranvía, pero jamás Benet.
Casas del Cuito
merecería la narrativa coral del cairota Edificio
Yacobián, de ALAA ASWANY, tan de García
Márquez, o del neoyorkino Dakota de John Lennon, Lauren Bacal y Rosemary´s Baby.
Manolo Pilares poetizaba que el río de Oviedo
no moría en la mar. Si el metafórico caudaloso torrente fuera Uría-Fruela que
busca el mar desde el Oviedo redondo hasta la Estación y el Naranco,
Casas del Cuito daría prestancia modernista
a la desembocadura, ya sin torres fareras ni aún la marmórea terraza malecón de
otrora.
Si se fueron los
últimos inquilinos, mis antepasados estuvieron entre los primeros.
Del yerro
propio quiero, en cualquier caso, dejar constancia pública rectificadora. La
placa sí, pero a su vera, no en Casas del Cuito.
11 comentarios:
muy bien Antonio. saludos F
gracias por la cita.P
Estimado Antonio: Tengo testimonios de gente que le visitó en Uría 25, 1º y eran las Casas del Cuitu. El mismo Paco García Pérez me lo asegura.
Sí me gustaría leer "De tigres, tribunas y círculos", de Lola F. Lucio. Si me lo pudieras facilitar...
Saludos
JBF
Paco dice en su libro el “actual nº 29”, no que antes fuera el 29
No soy medalla de oro sino de plata.Gracias
Muy interesante tu aclaración sobre las casas del Cuitu. Un abrazo.Jm
Conchita Muñoz era bellísima, lo seguirá siendo
¿Magdalena es,o era,monja?
Estas cosas del Oviedín solo os interesan a los cuatro que sois en Oviedo pero vale
Enhorabuena por tucomentario que me gustó mucho.Pepe Armas
De Benet yo leí con enorme intención todo. Pero me quedé muy impresionado con una obra “menor” llamada Otoño en Madrid hacia 1950 (Alianza, 1987), donde habla de esa ciudad y esos amigos. Juan Benet se la jugaba, es decir, se machacaba cada frase como si fuera la última. Era su forma de escribir, que se nos hacía difícil a sus lectores. Todos eran gente con estilo. Y su trabajo acababa por tenerlo. Claro.
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