Lola y Juan Benito contaban en Puelles,
o Pueyes para otras grafías, pendiente izquierda del Valle de Valdediós, valga
el pleonasmo o tautopónimo de lenguas coetáneas, (lo mismo que Valle de Arán
sería, en euskera y aranés, Valle del Valle)
con altillo coquetón que llenábamos de tertulias a diminuto formato. Manolo
Avello, ayalino donde los haya, de visita casual, bautizó el reducido espacio
como zaquizamí, término al menos también de Ramón de Mesonero Romanos,
que emocionó hasta la levedad del enigma a la grata anfitriona. En la Edición
Cátedra/1993 de Mesonero, Rubio Cremades da zaquizamí, sacralizado por la RAE,
como desván, sobrado, último cuarto de la casa, que en María Moliner es habitación
muy pequeña, pero, en cualquier caso, el arcaísmo del logo
ofrece atractivo fantástico, bien traído por Avello, frontera onírica. Manolo
era, tal Mesonero, cronista oficial, definición más que oficio,
diría Max Aub.
José Luis Fanjul encuentra zaquizamí en
Azorín y Miró y Ángel Alda, El ángel de Olavide,
en la lengua del Rastro. Aprovechador de huecos fue
el recinto bohemio final de Sawa, el Max Estrella de
las luces valleinclanescas.
Por las inmediaciones maliayesas
pasó El río de la luna, de José María Guelbenzu. Hoy el zaquizamí
cobija, en su abrazador envés, el verano de Mateo, en sus apenas cinco meses,
nieto de mis parientes Silvia y Joaquín. “Y se ha sentado// aquí, su sitio
fiel, la eternidad” vio en parecida parte J. R. Jiménez, rumiado por Ángel
González. Ayalinamente de nuevo: Paz del Sendero.
Los Benito, bendito decía
Bryce Echenique, sentían también efusiva satisfacción con las presencias de su
íntimo, el poeta Ángel González, al que el lugar, a la recíproca, le prestaba
mucho pero del que nunca supieron que intranquilizaba la oblicua montaña. Como
en Malcolm Lowry, Bajo elvolcán, desprovisto de su
laberinto simbolista, pero no de su proverbial ebriedad, cuyo don cantaba
Claudio Rodríguez, Ángel, con el tercer ojo de los indios que antes que él
poblaron su New Mexico, sigilaba que la casa no se
viniese abajo. La configuración provocadora de la roca propiciaba muro y
techumbre en armonioso encanto.
Los entrañables anuarios del Centro
Cultural Valdediós se inician precisamente con foto que hice al gran autor de
ÁSPERO MUNDO. El jovial semblante de Ángel en absoluto revela riesgosa
incertidumbre, que bien en secreto me constaba. Hubo términos corteses, lo
mismo en José Agustín Goytisolo, su compañero generacional, pero sin apuro
versificador. En Ángel González no hay rimas ni versos sueltos sino cordillera
poética perenne que no se compadece con el valle y su largura hasta los llanos
del convento y el conventín, la ría, los porreos, los recodos de
sidreros y molineros mareantes, la marisma y el mar. Los chavales de La
Luna/Dolores Medio encontraron la excepción confirmadora de reglas para grabar
ritmo angeliano, con la ayuda de César Álvarez, extraordinario ebanista
municipal, en la rodaja de un negrillo, caído junto al Hotel de La Reconquista
a punto de iniciarse los noventa. Lo mismo que el de la Casa del Pueblo en
metacrilato entusiasmaría al creador de Palabra Sobre Palabra.
La ladera más fresca, por menos soleada,
que la opuesta, círculos dantescos de la montaña inversa. “El sol da de otra
manera/en esta estraña (sin x) ladera/que no acaba” escribió JRJ de
no sé dónde, resaltado también por Ángel. El jardín asilvestrado permitía
a recua de vacas sortear convencionales sillones de mimbre para el ejercicio de
ancestral servidumbre, acentuando el carácter bucólico zonal. Cerca de Moliner
y de Manolo antes que de Mesonero, la pequeñez, compatible con aromática luz
cenital, incluso recrecía; no en vano Claudio escribió, antes de
tambalearse recogiendo el Príncipe de Asturias en la deslumbrante, pero
artificiosa, del Teatro Campoamor: la claridad viene siempre del
cielo.
Vargas Llosa llama ambición
deicida:”desafiar al Creador creando un mundo equivalente”. No otro el
beatificado sello “Paraíso natural”, de cuyos excelsos trozos son Valdediós y
sus incrustaciones, arriba y abajo.
En la vecindad también había anidado
Joaquín Rubio Camín, guardián del Paraíso avant la lettre,
entre los mejores exponentes escultóricos (Navascués, Herminio…) de una calidad
asturiana como jamás volverá probablemente a palpitar.
4 comentarios:
Antonio, zaquizami, término que se encuentra en El Quijote (capitulo LXVII), lo utiliza, entre otros, también Clarin, en la Regenta, cuando describe la casa d e Santos Barinaga y en su cuento La Conversión de Chiripa.F
Aprovecho para decirte, en aras de una precisión total, que el Centro Cultural Valdediós, en realidad se llama Circulo Cultural Valdediós.J
Aquí tienes el magnífico Teatro Sá de Miranda, inaugurado en 1885, donde el 1 de septiembre ofreceremos nuestro próximo Concierto-Recital "Poesía ser fronteiras & Poesía sin fronteras". Su equipamiento técnico, su dotación de personal y su nivel de equipamiento (técnicos de sonido e iluminación, porteros, acomodadores, taquilla, etc.) me causaron sonrojo, comparándolo con lo que tenemos en Oviedo. A ello cabe añadir las facilidades que da la Cámara Municipal para la realización del espectáculo, pues, lo único que debemos pagar son 100 euros a la Sociedad de Autores de Portugal. En Oviedo, si consigues que te cedan la sala, debes de correr con una serie de gastos absolutamente increíbles, amén del trato o maltrato que recibes.J
Yo siempre utilicé Puelles, pero, ahora, veo que ponen Pueyes, en fin, un lío,JB
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