viernes, 14 de febrero de 2014

Presentación de "Aquí Bruselas" por Carmen Gómez Ojea



En primer lugar, como prefacio, prólogo o introito debo decir que me encuentro sumamente aliviada de estar aquí, a salvo, sin haber sufrido en el trayecto de mi venida a este lugar el mínimo percance o daño, pues, si bien, no soy supersticiosa ni creo en agüeros, esta noche tuve un sueño muy inquietante, en el que caminaba por las calles de un Gijón desconocido o, mejor, perdido, del pasado pluscuamperfecto, pues me cruzaba con un tranvía, en el que  los viajeros me decían adiós con caras más lúgubres que largas, y cuando llegaba a la plaza del Parchís, espacio de mi infancia y adolescencia, un espectro, ser fantasmalo o imagen difusa parlante me interpelaba en tono agrio y airado que no me atreviera a dar un paso más y que emprendiera el camino de vuelta. Le expliqué que tenía que ir al Instituto viejo, y me interrumpió enfurecida que no se me había perdido nada en ese lugar, que yo no era alumna de ese centro, aunque sin duda me habían echado de mi colegio por descarriada. Insistí en que debía ir a presentar un libro. Y el fantasma soltó una risa de hiena, comentando que no había más libro que uno que ya estaba muy presentado y representado, leído, releído, editado y reeditado, por lo que me dejara de estupideces, me marchara por donde había venido, puesto que, si mi terquedad me llevaba a desobedecer y mi empecinamiento de onagro salvaje más que de mula lograba que desatendiera aquellos avisos, al poco tiempo de poner un pie en el edificio adonde pretendía dirigirme, me ocurriría algo espantoso, algo inefable, que no quería relatarme, dado que, de solo pensarlo, sentía pavor y estremecimiento. Me asusté, pero desobedecí y entraba en este viejo instituto y daba un paso y otro y otro y, de momento, ni el suelo se abría bajo mis pies ni el techo me aplastaba derrumbado sobre mi cabeza; sin embargo, al llegar a esta sala, Antonio Masip, tan afable, afectuoso, cortés y cordial en palabras y abrazos, me miraba torvamente, a la vez que en tono muy desdeñoso y de reproche, me soltaba:
Eres frívola, ligera, irresponsable. No sé qué haces aquí si no has leído mi libro, aunque a decir verdad sí conozco bien lo que harás:  dedicarte, como todos los presentadores de tu calaña, a decir cuatro vaguedades tejidas con frases manidas y manoseadas y sanseacabó. Traté de protestar, pero me interrumpió: Nada, no digas nada, ni un monosílabo todavía, porque voy a permitir que hables. Pero te advierto que, cuando termines, si considero que has hecho una chapuza en lo tocante a la valoración de mi libro para salir del paso, te lanzaré una trompetilla. En el caso contrario, ignoro qué haré, puesto que considero que esa situación no es factible. Puedes comenzar.

Y empecé así:

“Aquí Bruselas” es un collar de cuentas de cuentos e historias, una antología, y  ya que tal palabra viene de anzos, flor, en griego, y de logos, tratado, constituye un tratado de flores literarias, un florilegio de palabras; y también, una crestomatía porque, aunque no sea una recopilación o ramillete de artículos  destinados a la enseñanza de escolares, sí con su lectura quienes lean este libro aprenden o descubren que no todos los políticos, casta por la que tengo, diciéndolo con una dosis excesiva de suavizante perfumado, nula simpatía, son una especie guillotinable por muchas cosas, también porque son aburridos, sin gracia ni duende ni ángel ni sal ni pimienta ni chicha ni limonada.

“Aquí Bruselas” consta de 76 relatos, croniquillas, confesiones o declaraciones de amor a la vida, la vida interior, íntima, particular, familiar y doméstica y con referencias a la vida exterior, de la calle, del mundo; y manifestación constante de preocupaciones por las viejas taras milenarias de racismo, esclavitud, injusticia, explotación del hombre por el hombre y de los pueblos por otros pueblos, abusos del fuerte sobre el débil como la pederastia, en un tono adecuado al contenido del relato, pues la música es tan importante como la letra y los tonemas son tan  valiosos como los lexemas. En unos casos es alegre, en otros velado por la pesadumbre, en algunos violento por la rabia y la indignación como ocurre en el artículo que cierra el libro, acerca del juicio militar de Rabat contra los saharauis. Y siempre hay, más o menos explícito un elemento asturiano, una alusión a Asturias, porque la nostalgia, palabra de la psiquiatría, formada con dos  términos griegos, dado que la vieja lengua griega sigue  viva y activa y generosa, en el sentido de generadora, gestante o madre de vocablos nuevos, significa dolor porel deseo ansioso de regresar a la patria y puede padecerse a escasas horas de avión en momentos de desánimo, cuando se añora  la casa e incluso el útero materno, nuestra primera morada. Y me desperté, sin saber si el autor me había lanzado una trompetilla de disgusto e inquieta y tentada a llamar por teléfono a Javier Ballina, la persona que me telefoneó para pedirme que actuara de presentadora de este libro,  para decirle que me era imposible asistir a este acto, pero pensé que no era serio soltar un pretexto que no fuera algo tan grave como una muerte o un siniestro, unas horas antes de la presentación. Y aquí estoy para  afirmar que “Aquí Bruselas”  es un libro rojo, por fuera y por dentro, ameno e interesante, en definitiva, recomendable.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡Bien MASIP!!

A ver si con tanta presentación acogotas a la comisaria!!!!

Anónimo dijo...

Toda generalización conlleva una injusticia pero sirve para mostrar un estado de opinión sobre el asunto. No todos los políticos son guillotinables pero desgraciadamente hay demasiados que, mas que guillotinarles, habría que cesarles, enjuiciarlos o jubilar forzosamente por soberbios, ignorantes, faltosos, hipócritas, corruptos, inmorales...

En fin que ya los clásicos nos enseñaron los terribles efectos de la hibrys como enfermedad moral que tanto he comprobado que abunda en casi todos los políticos profesionales, políticos orgánicos y militantes con vocación para lo anterior...Saludos F.

Anónimo dijo...

Que estupenda es Carmen! Y que guay lo que dijo, Antonio. J
Un abrazo,
S.

Anónimo dijo...

Ambos,Carmen y tú,sois discípulos del español de Emilio Alarcos,más o menos próximos.U

Anónimo dijo...

Después d la hermosa y entretenida presentación dl jueves, por la q te felicito, traslado este correo para q lo valore. Ya sabes q ahora hay q medir en estas cosas para no suscitar recelos. S.

Anónimo dijo...

Para mi ha sido un placer escucharte.Un abrazo .T

Anónimo dijo...

Estaré pendiente de la publicación de “Aquí Bruselas”. Estoy contigo en que el cine de estrellas era mejor que el actual. ¿Será cosa de trasnochados?
Un abrazo, Manolo

Anónimo dijo...

Gracias por colgar lo de Carmen Ojea que siempre tiene miga.M

Anónimo dijo...

lo que Carmen escribe se caracteriza por la erudición y buen decir.
Que el libro tenga una exitosa andadura.MM