Desde
qué he descubierto que, para algunos, la aldea lucense de Ove pudo haber sido el
origen de Ovetus/Ovetao/Oviedo la guardo en la retina. Todas las mañanas
agosteñas la diviso, desde mi ventana, a media altura del Eo, como suelo ver, en
Oviedo mismo, el Naranco y el Campo San Francisco, para rumiarlos en Brubru el
resto del año.
Nestlé
e Ilas/Reny Picot tuvieron una pequeña factoría debajo de Ove, cuya arqueología
industrial visité alguna vez, pero ignoraba, entonces, la mínima relación con mi
amada Vetusta. En cualquier caso no son los restos industriosos los que veo ni
retendré en mi magín sino la estrecha y alargada pequeña pradería de fuerte
verdes cerco bosquejo y sus diminutas, a lo lejos, construcciones, en el
centro, que imagino habitadas y que, al menos deshabitadas, bien distingo, pese
a la miopía.
Casona
describía algún personaje al que se le habían puesto los ojos azules de tanto
mirar al mar; por mi parte he intentado mojar la vista en el tintero de un Prunnus
Pisardi que brota en el Campo San Francisco antes de las
primaveras, en lo que fue Jardín botánico de la Universidad.Debido sin duda a mi miedo
a contraer torticolis en el lado afecto a la paresia de mi cuerpo,o simplemente
a la periódica indómita fugacidad del pariente ciruelo, no contemplo la
maravilla de color con la debida calma que recomendaba el escritor cangués para
lograr el resultado mágico.Tampoco Don Alejandro tenía azules de los que robar
pigmentación en su Besullo y fue la nostalgia bonaerense la que mezcló los
colores del Narcea con la mar Cantábrica.
Si la
transformación ocular me viniera de Ove la explosión cromática sería
mezclilla con el azul gris de la Ría y el azul blanco y gris del cielo.
Es tan
breve el verde intenso de Ove que es apenas sonrisa que podría engullir las
fauces del bosque, de arriba y de abajo. El sol peina a mi visítala aldea y su
manto de refilón cuando lo habitual sería un baño de lluvia terca, condición
indispensable para que el lugar sea propicio a los personajes de Cunqueiro, de su
misma provincia,monte atrás.
Don Álvaro
dio cuenta de una casa en la que por el prohibitivo precio de cien pesetas,
cama y tazón de desayuno, las preñadas podían pasar una noche circulando por la
entrepierna un ojo de cristal alemán para dar criaturas de ojos violeta que es
capricho mejor que los azules de Casona, o mis inalcanzables lilas o, aún, de los
verdes de Ove, ya que no de Oviedo,que la ciudad solo ha heredado nombradía y
nada de güeyos policromos. Que yo sepa
1 comentario:
Josė AntonioRodríguez sostiene q Ove tiene relación con Eo,nada con Oviedo
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