Mis colegas de la Comisión LIBE, a la que pertenezco, están muy
sensibilizados con las violaciones sistemáticas de la intimidad, de las que
ahora se conocen datos terribles que afectaron incluso a los máximos
mandatarios mundiales en las reuniones del G-8 y G-20. Se aducen
tradicionalmente razones de seguridad, ¿pero alguien se imagina a los Jefes de
Estado occidentales como colaboradores necesarios del terror para justificar
las escuchas?
Antón Losada, que es tertuliano agudo, decía que antes se escuchaba si
había sospechas y que ahora para encontrar algo sospechoso.
”Algo huele a podrido en Dinamarca…” es una de las afamadas frases de
Shakespeare para aludir la crítica directa/indirecta que formulaba a su
propio país. Ya antes de que se conociera el escándalo levantado por el
cotidiano “The Guardian” en Libe estábamos muy exigentes con la protección de
datos hasta cuestionar los acuerdos comerciales y culturales con los
Estados Unidos.
En las visitas turísticas guiadas al Capitolio, en Washington, se
muestra el viejo escaño de un diputado, que, por efectos mágicos de la
acústica, como sucede en la Alhambra, en Versalles, o en un salón del burgalés
Hotel de Landa, y ocurría en Oviedo en la desaparecida cafetería “Ronda”, de la
Jirafa, se oyen conversaciones inopinadas al otro lado de grandes espacios.
Aquel congresista americano tuvo noticia privilegiada de los ardides de sus
oponentes y, para no ser descubierto, al salir al lavabo, colocaba, en todas
las estaciones del año, un paraguas mojado que nadie se atrevió a desplazar. Su
treta no se descubrió hasta su jubilación. Además del indudable ingenio y de la
anécdota que trascendió los contenidos de sus discursos, los parlamentarios se
ofendieron justamente por práctica tan abrupta.
A mí, personalmente, me resultó indignante cómo el régimen del
libio Gadafi controlaba con micrófonos las habitaciones del hotel de
Bengazhi en el que se alojó una misión de la que formé parte ya en 1979.
Esto del control masivo de hogaño no va a quedar impune por mucha
tinta del calamar; digo de los servicios secretos, que no tienen poco de
moluscos de tentáculos y ventosas.
1 comentario:
Controlar es mera rutina para todos los servicios secretos.Es su razón de ser y no les importa a quién.si es amigo o enemigo se decide en otras instancias.
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