El encantador personaje de Holly Golightly, de
Truman Capote, se iba al escaparate de Tiffany´s con su desayuno en tupper
mientras contemplaba deslumbrantes joyas.
Mis tempraneros desayunos bruselenses son menos
apasionantes y novelables, salvo cuando tuve la visita de una banda de
atracadores, que me encañonaron la nuca como en película de acción. No
obstante, por una vez, he dejado el hotel para optar por una fórmula que me
permite el Parlamento: El desayuno con un grupo de lobistas, interesados en un
asunto específico. El camino me lo marcaron hace meses los miembros de la
patronal Carbunión, que, ideologías y alguna lamentable actuación laboral
aparte, son admirables luchadores por la pervivencia de nuestro carbón autóctono.
Así brindé las instalaciones del restaurante parlamentario a EGEDA, Entidad de
gestión de derechos de los productores audiovisuales.
Poco antes, el excomisario Antonio Vitorino me había
asegurado que "las cosas en España van a cambiar".La UE ha encargado
a este prestigioso político y técnico portugués un informe sobre el tratamiento
de la llamada copia privada de una obra de creación. Poco después, también de
forma personal, una alta funcionaria de la Comisaría de Mercado Interior me
resaltó: "Es lógico, y se espera, que España cambie de forma radical, pues
los autores están siendo maltratados hasta situación insostenible
comunitariamente. Y es que donde, por préstamo en Francia recibieron
dieciséis millones de euros, en España han ingresado apenas ¡cien mil!".La
situación sí parece dramática, producto de una torpe legislación de las huestes
de Rajoy nada más llegar.
A mi desayuno vinieron expertos varios y mis
colegas, especializadas en derechos de autor, la francesa Castex y la británica
Honeyball. Muy de agradecer la colaboración entusiasta de Laura Vilches,
representante bruselense de EGEDA.
Con exquisita brillantez el abogado Suárez de la
Dehesa expuso los males para la creación en la abrupta legislación
anticomunitaria. Elisabeth O. Sjaastad, presidenta de la Federación Europea de
Productores y Directores (FERA) y Alejandro Perales, presidente de la Unión de
Consumidores, dieron también su versión del absurdo discriminador que está
sucediendo en la piel de toro. Se terminó con un mensaje filmado, en Manhattan,
para este desayuno por el director, premiado con el Oscar, Fernando Trueba.
Por mi parte, y la de todos los invitados, no se trataba tanto de criticar la
barbaridad legislativa por la que se han bajado drásticamente los ingresos de
creadores, organizaciones e industrias sino, por encima de lo ya
irreparablemente dañado en la cultura,
ayudar al Gobierno a adaptar y cumplir la legislación europea modificando lo
preciso, como parecía me adelantaba Vitorino en pasillos.
Fue, pues, acto con fuerte carga simbólica para escuchar en Madrid.
No era el escaparate de Holly Golightly/Audrey Hepburn,
en la Quinta Avenida, aunque Trueba, al que tanto influyó confesadamente
Capote, llamaba la debida atención desde otra calle neoyorquina, próxima
al espacio de novela y película.
Deslumbrados,
pero amargamente, seguimos, aquí, en Bruselas, por la inquina del Ministro Wert
contra los creadores, a los que habría que mimar para el resurgir económico.
2 comentarios:
Genial.
Muchas gracias por lo que nos toca, Antonio.
Un saludo
L
Ciertamente, Antonio están secando las fuentes de la cultura.
F
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