Hará mañana medio siglo fallecía Valentín Masip
Acevedo.
Unos días antes, habíamos escuchado, juntos, ante
la tele de blanco y negro, a Montserrat Caballé. El Dr. Rocha, médico
barcelonés de mi padre, patrocinaba a la futura diva, lo que propició la
contratación por la Sociedad Filarmónica ovetense de otro concierto,
programado casualmente para el día que resultaría el entierro.
La actuación se pospuso una jornada y Montserrat
se ofreció a cantar en el funeral, a lo que se negó en rotundo el Arzobispo
García Sierra, celoso de evitar "voces mixtas" en el coro. Hubo
más contrastes entre ñoño costumbrismo y anuncio de tiempo nuevo aquellos
tristes domingo y lunes con mi progenitor de cuerpo presente. Pedro Rodríguez
Arango, íntimo de la familia,que tanto influiría en mis iniciales convicciones
democráticas, padre del actual
Presidente de la Fundación Príncipe de Asturias, me dio un consuelo que era
entonces inasumible:"Por encima de los absurdos rigores del luto, no dejes
de ir al Cine Principado a la obra de Darryl Zanuck sobre el desembarco de
Normandía. Es lección de Historia que no puedes perderte".
Masip Acevedo era, en efecto, un melómano, próximo
al fanatismo, musical y localista. Sin salirme de la cuerda soprano había
conseguido para el Campoamor a la Tebaldi, a la D'Angelo, luego tan
amiga de la familia, a la Carteri, a la Freni, en disputa con Von Karajan y
Viena, y fracasaría frente a la Callas, de la que hubo
pretensión inalcanzable.
Mi padre me
precedió veinticinco años en la Alcaldía ovetense y su influencia remota me llega aún, aquí, en Bruselas,
por su tenaz empeño a que aprendiese idiomas, viajase a
la Europa democrática y me empapase de la lectura y la palabra radiofónica de
Madariaga, pionero reconocido de la actual UE...Fue, sin duda,
determinante también en la pasión por la literatura, el periodismo, la política
y el oficio de jurista.
No creo en el adanismo, pues además de tus padres, lo mismo que ellos, eres hijo de una sublevación generacional y
de la irresistible pretensión española de normalizarse con Europa,
como razona García Cárcel en "La herencia del
pasado".
Alguna explicación, casualidad aparte, ha de tener
el que un hijo del gobernador civil de aquellas calendas, haya sido Presidente
del Consejo Económico y Social con la democracia y el del gobernador militar,
general Ximénez Sandoval, me precediese en el clandestino Frente de Liberación
Popular.
Si un lector es, todavía en esta segunda década
del XXI,definido por su biblioteca, al repartirnos la paterna, mi hermano y yo,
accedimos, a las obras completas de Lorca, las de Valle, las de Unamuno, en las
que escrupulosamente estaba arrancada "La agonía del Cristianismo",
las de Ortega y un montón de autores de teatro de las firmas Losada y
Sudamericana (Camus, Sartre, Salacrou, Giraudoux, Priestley, Betti, Gabriel
Marcel, Ionesco, Greene, Casona, Saroyan...y, en sellos distintos, Ibsen,
Brecht, Miller, Beckett, un manoseado Pirandello y, aún, Wilde en original
inglés...).Y no olvido la colección de Clásicos de Aguilar, los latinos, los
Premios Nobel, las varias de Arte de Pijoan, los Crisol y crisolines, los tomos
de Toynbee, Los Toros de Cosìo...
Curioso que, encargado cuando era proyecto
editorial, servido mucho después, ya a nosotros, me topé con la magna obra de
Marcel Proust. La impresión de recibir un paquete de libros casi desde
ultratumba hizo que, pasados algunos años, interrogara por la aventura
editorial y comercial a Maurici Serrahima, el prologuista, y al editor Jaime Salinas,
hijo de Pedro, poeta y traductor. No deja de admirar que un lector provinciano
encargase y abonase dos de los tres tomos de "En busca del tiempo
perdido" ¡Oh, aquella Barcelona, que, como ha recordado Luis Goytisolo, en
Tribuna Ciudadana, era vanguardia cultural!
Las ideas, firmes, antes erráticas, que llevo
ejerciendo este medio siglo son distintas a las paternas, pero tuve huella
indeleble, no solo por la devoción a Madariaga, al que fui a conocer a
Oxford en cuanto pude, ni por tanto libro sino de frases sueltas que envenenaron
como punzadas mis reflexiones juveniles ("Franco es muy mal
gobernante"," A García Lorca lo mataron porque era bueno","Soy
republicano aunque me asustaron los excesos", "Con la Monarquía y la
normalidad deben volver los partidos políticos..."). En uno de los interrogatorios
policiales el siniestro Claudio Ramos estaba obsesionado por mis salidas de
niño al extranjero, origen para él de mi perversión ideológica.
Las contradicciones vividas en esos años mozos de
directa influencia paterna me han conducido a indagar a fondo, por lealtad a mí
mismo: ¿por qué una exquisita personalidad, tal mi padre, aceptó cargo tan significativo de Alcalde, y aún peor de
Procurador de aquellas seudo Cortes democráticas? Con serenidad, he dado con la
respuesta, aunque merezca mejor contextualización.
El General Camilo Alonso Vega, Ministro de la
Gobernación, había destituido de forma fulminante al gobernador Francisco
Labadíe Otermín, colocando en su lugar a un abogado del estado, el turolense
Marcos Peña Royo. El nuevo gobernador, nada más llegar a la plaza, tuvo el
plante de todos los que se consideraban falangistas, solidarios con Labadíe,
entre ellos Ignacio Alonso de Nora, Presidente de la Diputaciòn, y Fernando
Beltrán Rojo, Alcalde de Oviedo. Peña, desasistido de las cabezas astures del
Movimiento, pidió ayuda a su compañero local de cuerpo jurídico, José Álvarez
de Toledo, que le propone a José López Muñiz para la Diputación, y a Valentín
Masip para la Alcaldía de la capital.
La aceptación de este último se consiguió con una
compleja presión, sugerida también por Álvarez de Toledo, de Don
Camilo (igualmente conocido por Don Camulo) al Marqués de Aledo, académico de la
Historia, Ignacio Herrero Collantes, presidente del Banco Hispanoamericano,
Miembro del Consejo privado juanista, y copropietario del Banco Herrero, del
que mi abuelo, Antonio Hidalgo, era director general y después vicepresidente.
Simplemente refiero que ocurrió así.
En fin, cuando uno es político radicalmente democrático,
cumple acontecimientos familiares nostálgicos y tiene, el
compromiso de la dignidad y la transparencia total, ha de aclarar su patrimonio
y también, por las mismas razones, cómo llega hasta aquí. Es pura fidelidad a
su pasado y a la porción de futuro que entre todos elaboramos con nuestros
mimbres personales y dialécticas contradicciones.
Un marista, Don Serafín Rodríguez, acaba de
publicar "Casas emblemáticas de Oviedo",una auténtica gozada. Pues
bien, la cubierta es "Las Casas del Cuitu",en la calle Uría,
precisamente en la planta en que nació el 2 de Marzo de 1918 Valentín Masip, mi
querido padre, del que no heredé
duro alguno pero sí un doblón cultural de muchos quilates, que espero entregar,
lo mismo que mis hermanos, a sus nietos y biznietos
12 comentarios:
Te felicito por recuerdo d tu padre,la mejor època de la òpera de Oviedo.Aquiles
Siempre quise conocer la historia de tu padre y nunca me atreví a preguntarte. Ahora con esta nota haces un regalo, seguramente, a tantos como yo que, por discreción, por cortedad o lejanía apenas supimos nada de él.
Un abrazo
Ángel
Bonito y sentido, Antonio. Enhorabuena!
B
Un fuerte agrazo Antonio, con el respeto
hacia la figura de tu padre.
Rafael
Hermoso regalo a la memoria de tu padre. Haces que esté presente.
A
Un buen ejercicio de culto parental y sincera reflexión sobre las motivaciones y actitudes de un sujeto comprometido con la sociedad de su tiempo. Todo el escrito transmite decencia como el legado que dejas a tus descendientes. Bienvenido sea este ejercicio espiritual en estos tiempos de confusión. Gracias por reivindicar el papel de la familia y la educación en la bonhomia del ciudadano, al mergen de coyunturas, partidos y gobiernos. Igual ha hablado con tanta sinceridad tu corazón que a los partidistas no les gusta el artículo. A quienes nos ha gustado nos satisface mucho lo que has publicado ayer en La Nueva España y publicado hoy en este blog
C.L.
Has tenido mucha suerte, por un padre así, por una madre estupenda de la que aun disfrutas y que yo veo cada sábado que retransmiten las operas del MET en Los Yelmo, y por revivir 25 años después la aventura de ser alcalde de tu ciudad, que es una de las metas a las que le gustaría aspirar todo ciudadano de bien, yo entre ellos.
A raíz de este aniversario mi madre ha estado especialmente memorialista.Recordó qué durante su noviazgo a mi padre lo movilizaron,ya pasados cinco años de la guerra ,ante el miedo de que los aliados desembarcasen en las costas asturianas.En esos días mi padre se habría manifestado especialmente afectado porque hubiese todavía fusilamientos o paseos.Según mi madre èl no habrîaq disparado a matar a nadie en el frente de guerra.Tb reiterò varias veces còmo ambos eran crïticos no Franco
Con Franco,quise poner.AM
MUY,PERO QUE MUY BONITO
G.E.C.
Antonio, acabo de leer el blog de 9 de febrero y me doy cuenta de las influencias heredadas y también en el ambiente que te criasteis que resumieron en la personalidad tan distinguida de Antonio Masip.
J
Gracias por esa entrañable necrológica de tu padre del que guardo infantiles pero imborrables recuerdos. Uno, que por su desgarrador dramatismo para la mente de un niño,me asaltaba cada vez que
pasaba inevitablemente por el descansillo de tu abuelo , en Fruela: tu padre,Valentín, desgarrado en lagrimas,, con un histrionismo que estremecía por su autenticidad, se agarraba arañando las uñas en el zócalo de la escalera.."se me muere mi hijo ...se me muere!"...TU estabas entregado a un ataque de acetona y las tías demudadas repetían: "!está azul... ,esta azul!"De aquella saliste bien parado como ahora es obvio, pero la imagen me quedo para siempre, como testimonio del amor infinito de un padre.
También recuerdo los ánimos y entusiásticos aplausos que tu padre me dispensó y hasta pedía las orejas del toro de cartón,que mi hermano empujaba, en la corrida de toros que ofrecí, en el salón de casa de tu abuelo, vestido de luces, en la víspera de la muerte de Manolete en 1947..(yo tenia 5 años).Estos son como ves recuerdos muy infantiles. De la personalidad de tu padre, ya
de adulto conocí su tremenda honestidad humana, política y social...!Que tengo que decirte!...Felicitarte y congraciarme de que hayas tenido un padre tan verdaderamente ejemplar.
Un fuerte abrazo
G
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