Mucho me presta leer a Juan José Millás, al que
conocí compartiendo homenaje universitario vetustense con Ángel González,
cuando el poeta se nos terminaba. También lo ví un poco antes, creo, mientras
popularizaba un valiente libro en defensa de una concejal ponferradina acosada.
Es un tipo que bien merece la Academia por la prosa de sus columnas, como
sucediera con Umbral, aún más si cabe que por su novelística. Ahora se ha
fijado en los retretes casi a la vez que Sosa Wagner, mi buen amigo, colega
bruselense, los hace protagonistas de otra genial elucubración literaria. No
recuerdo si leí en Gómez de la Serna, Camba u otro de semejante ingenio, el
contrasentido, visto con ojos de hoy, de que la Granja de San Ildefonso tenía
no sé cuántos cuartos sin retrete. José Bono, en su excesivo libro de
comidillas, asegura que Pujol le consideraba por haber conseguido retretes para
todas las casas manchegas. Preocupación muy catalana pues el Alcalde Clos
recomendaba a los barceloneses que salieran por las mañanas "bien pixats y
bien cagats".
Recomienda Juanjo una exposición donde se exhibe el bidé de Sisí, que, para los
españolitos de mi tiempo, se asocia a Rommy Schneider, con su carita traviesa y
rompedora de la encorsetada monarquía imperial de Francisco José. Precisamente
en el vienés Palacio de Schönbrunn, que fue de
Sisí, representé tiempo ha al Parlamento Europeo en una reunión de trabajo de
ministros del interior. Entré al servicio, antes y después de mi turno de
palabra, pero no recuerdo el bidé, que quizá se lo habían llevado a peregrinar
de exposiciones, como me descubre la columna que no por horizontal y tumbada
pierde su carácter pedestal en la mejor tradición periodística.
Según me refiere Rafael Fernández Tomás, Rommy quiso asistir, en México, a la
fundación/presentación del Partido Socialista de los Trabajadores, hoy en el
PRD, acompañando al escritor Carlos Fuentes, pero increíblemente el guarda no
sabía quien era y no pudo franquear la puerta.
El artilugio del bidé parece que tiene su aquello,
pues con el Código Hays, precedente del obseso senador McCarthy, se evitó, que
en el atrezzo figurasen camas, si había cerca amantes, y ¡bidés!
En un clásico Hotel de Coral Gables, frecuentado, decían, por fantasmas y
artistas, los bidés desaparecieron de repente.
En André Maurois y en tantos franceses, escritores y
establecimientos, el retrete y el lavabo están en piezas diferenciadas.
También resulta ahora cómico que hayan adquirido valor los retretes subastados
del solitario J.D. Salinguer y del escabroso y siniestro Céline, genios
de ambas orillas del Atlántico. Como reclamo se llega a afirmar que "El
guardián entre el centeno" se escribió en el toilet, que igualmente fue lugar para inspiración de Rimbaud, que
pasa por el mejor poeta de todos los tiempos y las literaturas.
En el Museo de Estrasburgo ví la obra de Marcel Duchamp, cuya representación
mayor es el retrato del retrete.
La Sisí contemporánea fue Diana de Gales con sus sufridos y públicos desamores.
Puedo dar fe de que, en su famosa finca de Highgrove, que visité junto a Isabel
Preysler y Mario Vargas Llosa, el Príncipe Carlos, cuando vivía aún Diana,
tenía al lado de la taza toda una pila de cómics de cómo ha de usarse cada
elemento de tan escatológico lugar (cadena, escobilla, tapa, papel,
bacinillas...).
twitter: @Antonio_Masip
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