Un espectador del Estadio Olímpico, comportándose de forma
incívica, tiró una botella sobre el césped. No dio en blanco alguno pero el
público lo señaló y la judoka Edith Bosch lo derribó con una certera llave, inmovilizándolo
hasta la llegada de los guardias que se hicieron cargo del transgresor.
Bien han cambiado los tiempos.
Hubo una época vergonzosa en que los espectadores protegían a los violentos. Recuerdo cómo, en el Carlos Tartiere, y antes en Buenavista, las decisiones arbitrales eran contestadas con una lluvia de almohadillas y aún peor con botellas de vidrio o monedas, como el impacto a un árbitro que había expulsado a Facio, un jugador local.
Todo parece haber cambiado tras décadas de esfuerzo cívico en muchos deportes, ya que no en todos, pues el hockey sobre hielo americano se sigue caracterizando por la violencia de jugadores y público.
Ejemplar lo sucedido en el Estadio olímpico londinense que trasciende la anécdota.
Bien han cambiado los tiempos.
Hubo una época vergonzosa en que los espectadores protegían a los violentos. Recuerdo cómo, en el Carlos Tartiere, y antes en Buenavista, las decisiones arbitrales eran contestadas con una lluvia de almohadillas y aún peor con botellas de vidrio o monedas, como el impacto a un árbitro que había expulsado a Facio, un jugador local.
Todo parece haber cambiado tras décadas de esfuerzo cívico en muchos deportes, ya que no en todos, pues el hockey sobre hielo americano se sigue caracterizando por la violencia de jugadores y público.
Ejemplar lo sucedido en el Estadio olímpico londinense que trasciende la anécdota.
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