Todos los que llevamos años comprometidos en la acción política, nos hemos
enfrentado a la pregunta de reconocer algo que hace el adversario mejor que los
propios y nos hubiera gustado hacer. Rubalcaba ante semejante dilema defendió
cómo, al menos conceptualmente, el gobierno, pese a tanto beneficio fiscal para
defraudadores, no obstante, se opone a los astronómicos sueldos de altos
directivos provocadores. Yo también ensalzaría el control fiscal que se anuncia
de altos deportistas que en nuestro tiempo han gozado de excesiva benignidad,
pese a los esfuerzos que intentaron Josep Borrell y otros bienintencionados.
Los pelotazos de los señores del fútbol son escandalosos. Gozan además de
una cierta tolerancia social. Bien recuerdo cómo en mi tiempo de alcalde me
topé con unos titulares de primera criticando el embargo administrativo de la
taquilla de mi querido Oviedín o, aún peor, y en toda la España radiofónica, el día
que preservamos el estropicio que se causaba al drenaje del césped del Carlos
Tartiere, a cargo municipal, en cumplimiento de un ponderado informe de Floro
Muñiz Uribe, el buen arquitecto.
Los deportistas de élite manejaban cuentas foráneas opacas ante la mirada
para otro lado de Hacienda. No obstante, hay que descubrirse en el caso
entonces ejemplar del tenista Rafael Nadal, que declaraba todos sus ingresos de
fuera, incluso a riesgo de doble imposición, en cuya conducta, que entonces
resalté, espero, persista. En otro orden, vergonzosos especialmente fueron los
casos de cómo evitaron su descenso automático, en tiempos de ministro de mi
buen amigo Jerónimo Saavedra, dos equipos de primera, que gozaron de una
ventaja que luego no valió para conjurar semejante cosa al Oviedín.
Al principio de los 90, estuve un mediodía sentado a la mesa del legendario
gaullista Chaban-Delmas, en compañía de los excelentes funcionarios ovetenses
Esteban Carreño y José Luis Cabal, cuando al alcalde de Burdeos le notificaron
la condena por evasión fiscal del equipo Les Girondines, que, como autoridad
pública, había avalado. Chaban me dijo confianzudo: “Como sabe fui comandante
de la Resistencia,
dos veces Primer Ministro, cuatro Presidente de la Asamblea Nacional
Francesa, cuarenta años alcalde, y he caído vergonzosamente en el aval a un
equipo de fútbol incumplidor de sus obligaciones fiscales”.
En Bruselas se cuestiona ahora con razón la evasión fiscal de provocaciones
deportivas con origen en España. Y señalan con el dedo la indolencia
administrativa.
Se ha ido demasiado lejos en la opacidad de traspasos, cláusulas de
retención, que no tributaban, domicilios fiscales erráticos y otras aberrantes
prácticas especialmente lacerantes en medio de la crisis y el paro. Y a no
olvidar que al frente de la Alta Inspección
está Pilar Valiente, con un reciente pasado no precisamente ejemplar.
Una actuación radical y consecuente en el deporte prestigiaría a España en
este ambiente afectado por tanta impunidad y amnistía vergonzosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario