viernes, 20 de abril de 2012

FIN DE LA VOZ DE ASTURIAS


Profunda tristeza me causa el cierre de La Voz de Asturias que se venía temiendo por largo tiempo.
Bien me hace recordar las aciagas jornadas del fin de otra cabecera emblemática, ASTURIAS DIARIO a la que asistí como miembro de su fracasado Consejo de Administración.
La Voz formaba parte un poco de mí y, sobre todo, de mi escritura pues no puedo olvidar que, con apenas dieciseis años acogió mis primeros artículos.La generosidad de su director de entonces, Roberto Velázquez Riera, y de su subdirector, Manolo Paredes, unida a sus redactores Moncho, Eguren, Evaristo Arce, Ruymal... se unía mi parentesco con el Presidente Pepe Tartiere, primo político de mi padre. Bien recuerdo la llegada al capital de Amado de Lema y a la dirección de Jácome, Suerio, Fernando... Y cómo no a Lorenzo Cordero que realizaba una inimaginable incursión crítica al régimen, alabado por un periodista exiliado y legendario, Ovidio Gondi, cuando le conocí en México. Y la presencia de Melchor, tan determinante, de Olave, de Eduardo Gómez Vega, de Louzao, de Manasé, de Georgina, de Tomás Montero, del tandem Ignacio Quintana/Juan Cueto, de Quico Orejas, de Nidia, tan grandes entrevistadores.Y Luis Ávila, a caballo entre Región y La Voz... ¡Y Greciet! Faustino F. Álvarez, tan fabuloso columnista en la prensa nacional. Hasta la sobria dignidad y profesionalismo de Cuesta, su actual director y de los que han conformado su plantilla.
No olvido tampoco a los fotógrafos, Sierra, Segura, Rubio, Santi, Caso, Lorenzana, Robles...
Capítulo aparte también merecería la columna ovetensista de Orlando Saenz,tras dejar La Nueva España, y los muchos artículos de Ceferino de Blas, tan buen amigo.
Me parece que apareció en la Voz una crónica de J.M. Vaquero reproduciendo una frase de Sainz de Miera, entonces diputado provincial, tras la que surgiría el conocimiento nacional de los médicos internos y residentes-los no menos legendarios MIR-a punto de producir un cambio social imparable? Y qué decir de algo tan sencillo como incomprensible hoy como eran las crónicas de Paulino, corresponsal en Tudela Veguín, o de Juan Carlos García Miranda, desde Trubia?
Terrible que se pierda en libertad un medio tan arraigado que sorteó antes tantas dificultades y con el que cabía la secreta esperanza de que se salvase pero ya no quedan flotadores como le pasó al Titanic para afrontar el fantasma de un Iceberg que se come a España entera poco a poco.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias,Antonio
JCF