Como una punzada he sentido la muerte de Juan Mari.
Había sufrido un ictus en 1997 del que quedó postrado ya para siempre.Fue
el mejor y más brillante abogado de una época dura y heroica de la abogacía
reivindicativa de derechos democráticos. El ictus le dejó con comunicación muy
difícil que yo ni tan siquiera intenté.Le tenía mucho afecto.Estuvimos juntos en
la plataforma de abogados contra la pena de muerte que él lideraba en los
primeros años setenta.Marcelino Arbesú y yo le vimos en muchas reuniones por
aquel entonces.Marcelino mantenía también contacto epistolar con varios abogados
cercanos a Juan Mari en San Sebastián y Madrid.Le sustituimos en un juicio
ejecutivo en Gijón de un cliente civil de su despacho.
Una tarde paseando con él por Luanco me pidió cortesmente permiso para
entrar en la Iglesia, junto a la playa,a rezar una salve.Yo ya sabía de su
catolicismo militante pero quiso darme toda clase de explicaciones, de lo que
recuerdo especialmente cómo Manuel Irujo,el navarro del PNV,que fuera Ministro
republicano,había sintonizado con él joven Bandrés por "otra salve".
En la cárcel de Oviedo había un preso que blasonaba de amistad con Juan
Mari,si bien no le sonaba de nada.Estuvimos juntos a ver al tipo descubriendo la
impostura que debió ser un ardid policial.
Los estudiantes de Derecho de Oviedo, que lideraba Álvaro Cuesta, le
invitaron a dar una conferencia,que fue prohibida en el último momento por
rector y gobernador, con la policía entrando en el caserón de San Francisco y
varias cargas.La charla la dio Juan Mari en su habitación del Hotel
Reconquista,atestada de los estudiantes que habían organizado el encuentro.Era
un hecho insólito en el prestigioso establecimiento recién abierto.Ese mismo día
se proclamó el Estado de excepción en el País Vasco.La policía siguióa Juan Mari
a la salida del Hotel,a la mañana siguiente, con el ánimo de detenerle,y
probablemente de confinarle en alguna parte como ya había hecho otra vez.Se fue
a pie a la estación del Norte pero cambiando de andén tomó otra dirección
mientras yo llamaba a un teléfono seguro de su familia.
Después las cosas se pusieron más serias y complicadas.Vinieron los
consejos militares.El 27 de agosto de 1975 fui observador a petición suya en el
juicio sumarísimo de Burgos a Otaegui y Garmendia. Juan Marí estuvo
extraordinario y,pienso,su dramatismo consiguió el preciso efectismo y el
indulto para el condenado, suerte que no tuvo Otaegui,ejecutado sin ni siquiera
ser considerado autor material ni inductor del acto que se le acusaba.
El 20-N de 1976,el primer aniversario del dictador,estábamos en una reunión
de la Liga de los Derechos de los Pueblos que presidía el senador Lelio
Basso.Bandrés de nuevo brillantísimo como siempre.Eloina y yo conocimos esa
mañana al poeta Juan Gelman que tenía otro nombre.Con la democracia,Juan Mari me
visitó un par de veces en la Alcaldía,una con motivo concreto de su campaña para
el Parlamento Europeo,en el que fue el único elegido de su coalición a la que
pertenecía aquí Xuan Xoxé Sánchez Vicente;la otra con un problema de un edificio
(Hotel Favila)de la calle Uría,cuya rehabilitación promovía una empresa de su
mujer.
Luego Juan Mari pidió a sus partidarios que se afiliaran al PSOE, "casa
común para seguir bregando por las libertades".
Marcelino siguió aún después en su contacto constante con alguna cuestión,
creo recordar, de ayuda y atención a refugiados,en cuya campaña de
concienciación Juan Mari estaba cuando le acaeció el ACV.Paralizado y e
3 comentarios:
Lo tenía perdido en el ordenador y creí conveniente darlo aunque sea un poco tarde.AMH
Muy bien el recuerdo, y merecidísimo. No le conocí personalmente, creo que le vi una vez, pero seguí su trayectoria y le admiraba, y eso que no sabía de su "catolicismo militante".
Un abrazo
Comparto tus opiniones sobre Bandrés al que yo admiré profundamente
tanto en su faceta política como jurídica. Estudio el primer curso de
la carrera en nuestra entrañable Facultad del caserón de la calle San
Francisco.
Un saludo, Nacho
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