LORCA,el último paseo

Tras varios años de especulaciones, los restos del poeta no están en la fosa de Alfacar.

Lo preveía certeramente el reciente libro de Gabriel Pozo, “Lorca, el último paseo”.Las hipótesis más disparatadas han empezado a correr o han continuado retroalimentándose.

Para mí es plausible que Franco mismo se haya apropiado del cadáver y aparezca cualquier día sino en el Valle de los Caídos, como muchos sostienen, en los jardines del Pardo.

Sería coherente con la mentalidad del Caudillo. Le gustaba rodearse, en el secretismo, de fantasmas que le demostrasen su poder incluso sobre el Más Allá. La presencia a su lado del brazo de Santa Teresa es fruto de ese carácter siniestro y necrófilo. En su novelita, por llamarla de alguna manera, “Diario de una Bandera”-¡ojo,solo en la primera edición!- ensalza la amputación de una oreja a un soldado como sanción y trofeo. A su muerte, la familia entregó al Patrimonio Nacional los diarios de Azaña que el dictador conservaba a su vera. Creo recordar que Bergamín relacionaba algo de Julián Grimau que Franco se habría llevado también consigo. El libro de Pozo pone en boca de la actriz Emma Penella, hija de Ramón Ruiz Alonso, asesino principal del poeta, cómo el dictador habría llamado a su padre ante la repercusión en el extranjero del crimen. Debió de ser el momento en que mueven el cadáver, es decir, con Franco cerca decidiendo. A no olvidar tampoco que el auditor de guerra, que preparaba la firma de las condenas a muerte, era Martínez Fuset, Teniente Coronel, en otro tiempo muy amigo del poeta. Fuset asesoraba a Franco en los enterados que, después de cenar, estampaba sin compasión. El diario de Sabino Álvarez Gendín, que fue Rector de la Universidad de Oviedo, y las memorias del empresario Martín González del Valle, Barón de Grado, entre otros, cuentan cómo ese Martínez Fuset despachaba con el Caudillo en las sobremesas semejante documentación. La ejecución de Lorca no siguió ese ritual. Se especula con que Fuset hubiera evitado el asesinato de haberse comunicado la condena desde Sevilla o Granada a Salamanca pero quizá entre Franco y él se quedaron luego con el cadáver que ahora no aparece.